Lucrecia tiene 16 años. Su autismo hace que tenga hipersensibilidad ante ruidos, luces y vibraciones.
Lo que para la mayoría puede ser un simple susto, para ella es un calvario, un sufrimiento del que no puede escapar. Solo ella sabe lo que vive su mente, los demás ven su cara de vivir un horror, temblores y llantos.
Las fotos que ilustran este artículo muestran que la familia recibe la Navidad dentro del auto, lejos de la zona poblada de El Calafate.
Las luces de colores con sonidos de estruendos son su peor pesadilla, porque el mundo que la rodea se divierte, mientras ella sufre. Su mamá y su hermana también.
Lucrecia, su hermana mayor Rosita, y su mamá Stella no recibieron la Navidad en su casa del centro de la ciudad.
Para proteger a la jovencita de la pirotecnia, antes de las 12 de la noche debieron subirse al auto y alejarse de la zona urbana. Escaparon hacia Punta Soberana. La idea era ir más allá pero la lluvia ablandó la huella de tierra y no pudieron seguir.
La situación no les fue nueva. En años anteriores probaron otras formas como ir a casa de amistades, alquilar cabañas alejadas y hasta mudarse de localidad. Nada funciona. Para peor, Lucrecia quiere vivir en El Calafate, pese que aquí la pirotecnia sigue siendo permitida por el gobierno y buscada por los vecinos.
No se sabe cuántos, pero en la ciudad hay muchos chicos más en la misma situación.
Estella Malpeli, la mamá de la joven con autismo le contó la historia en una entrevista en FM Dimensión. Escuchá el audio.