Opinión Alejandro Rojo Vivot - Escritor 12/06/2022

APUNTES CIUDADANOS: HUMOR BRE

Alejandro Rojo Vivot (1) nos hace pensar en el humor reflexionando sobre eso y como, la mayoría de los políticos no tienen sentido del humor y los que lo tienen en muchas oportunidades son maleducados. HUMOR, POLÍTICA Y AFINES CCCXXIII.

FOTO: ARV. REVISTA FRAY MOCHO. BUENOS AIRES. 1 DE JUNIO DE 1917

“Es una herramienta que funciona como un arma, sobre todo cuando la gente no tiene sentido del humor. Son muy pocos los políticos que tienen sentido del humor. Y cuando digo sentido del humor me refiero a que se rían de sí mismos, no que se burlen de los demás”. [2]

 

Ricardo (Liniers) Siri (1973)

 

Lo pequeño, en muchas culturas, está considerado de calidad delicada mientras que lo contrario puede ser observado como grosero, irrelevante, masificado, etcétera.

Por eso los actos multitudinarios de ciertos políticos con sesgos autoritarios que buscan perpetuarse en el poder amañando normas, mediante dádivas y entregando cargos públicos sin concursos de idoneidad; son poco relevantes aunque parezcan fuegos artificiales.

La actividad política es absolutamente constitucional y debe ser promovida a rajatabla; iniciativas con fines públicos regulados por normas públicas.

En síntesis las manifestaciones políticas tienden a la cantidad mientras el convencimiento cabal de los participantes muchas veces es menor valorado; lo importante es que estén y sea fotografiados así podrán ser publicados.

Para algunos, reunir cien personas les da más razón que si son treinta. Allá ellos.

LO SUSCINTO ES MÁS EFECTIVO

Un chispazo humorístico posee un enorme valor para el cumplimento de su cometido.

Todo lo contrario son los muy prolongados, los desatinos como los discursos autorreferenciales o de sus parientes próximos o los que degradan homenajes intercalando disputas de palacio.

Otra gran división del humor es el que causa gracia por una situación descripta y el que lo logra a partir del juego de palabras.

Estos últimos son producto de un acabado dominio del lenguaje, presentando serias dificultades para la universalización por la traducción.

Dentro de la clasificación del humor según su estructura, hay que incluir al denominado absurdo, que es una reacción ante el racionalismo y, aunque se encuentran vestigios en épocas más distantes, surge con claridad con el surrealismo y el existencialismo.

El escritor y editor rioplatense Eduardo Stilman (1939-2011) afirmó al respecto, “el absurdo humorístico lanza a la acción todas nuestras defensas mentales y conjura una lógica más aguda, una sensatez verdadera, capaces de percibir la coherencia sutil del disparate y la milagrosa poesía de lo insensato”. [3]

AQUEL

Aquel anciano corrupto había cumplido con los tres mandatos vitales: tuvo hijos que todos le sirvieron de testaferros, escribió un libro modelo de contabilidad venal y plantó un árbol sobre los bolsones de dinero enterrados.

Aquel hombre nunca le importaba como el peluquero le cortaba el pelo; su única condición es que siempre lo hiciera en silencio.

Aquel delincuente nunca más tuvo problemas con la ley pues, cuando permaneció detenido, comprendió cual es la forma eficiente de coimear a algunos policías, políticos y magistrados y silenciar a ciertos periodistas.

Aquel librero se hizo millonario vendiendo libros sobre distintos casos de corrupción.

Aquel charlatán podía ser así pues ya no escuchaba a nadie.

Aquel hombre solamente conversaba mediante sus monólogos.

Aquel hombre sándwich tuvo que cambiar de trabajo cuando le subió mucho el colesterol.

Aquel vendedor de espantapájaros cuando se fundió se dedicó exitosamente a comercializar pajareras.

Aquel perro salchicha le gustaba la mostaza.

Aquel jurista dijo que las leyes no saben del corazón ni de la razón cuando está contratado un buen abogado.

Aquel insensato, sin darse cuenta, sentó cabeza hasta que cayó en la cuenta e imprudentemente se puso en pie.

Aquel verborrágico ni él mismo se creía lo que decía pero lo aparentaba muy bien.

Aquel periodista decía siempre la verdad por eso era empleado en un estacionamiento.

Aquel piloto aéreo aterrizaba con seguridad, aún en medio de feroces tormentas, pero los problemas comenzaban cuando llegaba a su casa.

Aquel hombre infrecuente falleció de muerte natural mientras que la mayoría de los seres humanos lo hacen por el hambre, en accidentes viales, entraderas bancarias, gatillo fácil, secuestros, inundaciones, morbilidades evitables, situación de calle, etcétera.

Aquel guardaespaldas cuando estaba de guardia pasiva jugaba al solitario para matar el tiempo.

Aquel cabezadura fue un buen testaferro.

Aquel meteorólogo, al menos, era bueno para acertar en la Lotería.

Aquel hombre simple se preguntaba por qué los políticos de la oposición no hicieron lo que postulan cuando fueron oficialismo.

Aquel matafuego nunca fue utilizado pero siempre ocupó un lugar importante.

Aquel militar fue extremadamente degradado, volviendo al preescolar.

Aquel joven disruptivo se preguntaba por qué se celebra el día del padre o de la madre cuando los hijos les dicen papá o mamá.

Aquel recién fallecido estaba feliz pues le estaban preparando un entierro magnífico.

Aquel montañista escaló socialmente hasta que se desbarrancó.

Aquel hombre se llevaba muy bien con sus cuñados, no tenían negocios en común.

Aquel matafuego fue condenado por asesinato en grado.

Aquel antiguo parroquiano afirmaba que hay que dudar de los peluqueros que no conversan todo el tiempo.

Aquel matrimonio estaba casi acabado, ya ni discutían.

Aquel hombre hacía el bien sin mirar a quién, hasta que le recetaron anteojos.

Aquel pordiosero era ateo.

Aquel hombre analfabeto cultivaba flores aunque no había ni hecho el jardín de infantes.

Aquel sinvergüenza era pudoroso.

Aquel abogado en su jardín solamente se ocupaba de los helechos y en los estrados de los hechos.

Aquel cesto contenía cinco papeles que cuatro mujeres le arrojaron en tres oportunidades por dos razones; vaya uno a saber cuáles fueron.

Aquel práctico de puerto marítimo era un arribista.

Aquel felpudo nunca pudo levantar cabeza, terminó sus días como trapo de piso.

Aquel compositor sinfónico se quedó sin voz.

Aquel libretista de teleteatros cuando discutía con su señora se quedaba sin argumentos.

Aquel verdugo cuando no cortaba cabezas plantaba ajos así siempre mantenía su ocupación.

Aquel músico vanguardista en las fiestas siempre daba la nota.

Aquel joven creía que a los boxeadores se les decía caraduras.

Aquel crítico de arte sincero siempre hablaba a calzón quitado, era nudista.

Aquel hombre de muy baja estatura tenía un enorme complejo de inferioridad.

Aquel político venalmente supino siempre dormía boca arriba ante el temor que alguien le hiciese a él lo que constantemente le hacía al pueblo.

Aquel orador sostenía que peor que hablar con la boca llena es hablar con la cabeza vacía.

Aquel pobre hombre es infeliz e inmensamente rico.

Aquel inconformista crónico decidió superar su problema escribiendo su autobiografía y le salió un libro de quejas.

Aquel burócrata se creía superior al ejercer arbitrariamente su poder del escritorio cuando, en definitiva, se estaba degradando como persona.

Aquel portero en Navidad únicamente hacía explotar rompeportones.

Aquel actor estaba cansado que por su aspecto físico únicamente lo contrataban para representar asesinos o policías.

Aquel psicólogo sabía mucho de la mente y poco de la vida.

Aquel intelectual trabajaba todo el día en sus especulaciones filosóficas por lo que tenía poco tiempo para pensar.


[1] Desde 1983 hasta 1997, como invitado, realizó varias actividades en conjunto con el Instituto Interamericano del Niño (INN-OEA), en varios países de América Latina. 
[2] Liniers. “El humor me vincula a la infancia”. Comunidad. PAMI. Buenos Aires, Argentina. Mayo de 2022.
[3] Stilman, Eduardo. El humor absurdo. Editorial Brújula, página 11, Buenos Aires, 15 de diciembre de 1967.

Por Alejandro Rojo Vivot - Escritor

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