Opinión Alejandro Rojo Vivot - Escritor 02/11/2023

CARTAS ORGÁNICAS EFICIENTES

La Participación Ciudadana es vital en el proceso de democracia donde varios factores hay que tener en cuenta. Los ciudadanos deben ser protagonistas de sus actos y así de esa manera mejorar nuestras sociedades. Por Alejandro Rojo Vivot - Escritor

FOTO ARV. REVISTA PBT. N° 389. AÑO 9. BUENOS AIRES 1 DE MAYO DE 1912

“La continuidad de las relaciones crea una atmósfera de confianza que ayuda a establecer los cimientos de un nivel más alto de relaciones. Los proyectos sólo tienen impacto adecuado cuando bajo ellos hay un compromiso de largo plazo”. (1)

 

Muhammad Yunus (1997)

 

Las formas de participación de la ciudadanía, en general, son muy diversas y están formuladas desde distintas estrategias y perspectivas, es decir, directamente a través de cada vecino que decide involucrarse, expresarse por su propia voz y, llegado el caso, decidir o por intermedio de grupos organizados con intereses específicos o generales.

“La participación ciudadana se constituye como un componente imprescindible de un Estado democrático, ya que lo afirma, consolida y le otorga contenido, base de conformación de una real democracia participativa, que no excluya el concepto de representatividad sino que lo enriquezca permanentemente abriendo nuevos canales para la participación de los individuos y grupos sociales”. (2)

De lo expuesto se desprende claramente que, la Democracia debe alentar el involucramiento de la población en la toma de decisiones y el contralor de los asuntos públicos, como parte de una estrategia de cualificación del sistema.

Para que la participación de la ciudadanía sea tal, al menos, deben darse seis cuestiones inexcusables:

El libre acceso a la información
Expresarse por su propia voz
Que sus opiniones sean tenidas en cuenta
Que los disensos sean fundados
Que los acuerdos sean respetados
Alternancia en el poder.
 

ENTRADOS EN EL SIGLO XXI

La humanidad sigue sufriendo las consecuencias de la violencia armada como estrategia política para la toma del poder y la aberrante práctica del terrorismo de estado, inclusive a través de la invasión de poderosos ejércitos de países democráticos atacando a otras inocentes poblaciones civiles. El siglo XX nos dio una lección personal: nunca, nunca, las desviaciones y debilidades extremas de los sistemas democráticos se resuelven si no es con acciones de cualificación de la libertad. Y una segunda lección: las tiranías siempre son tiranías, con todo lo degradante a la condición humana que eso conlleva; suponer que hay dictadores beneficiosos para sus conciudadanos pues, por ejemplo, mejoraron notablemente la salud o la seguridad personal de todos los habitantes, es celebrar la condena a la degradación del género de esos pueblos por más que sus expectativas de vida se hayan acrecentado significativamente.

Sentar las bases de los cambios sociales en cualquiera de las más diversas formas de autoritarismo es, por lo menos, tergiversar la condición humana. En ese sentido Lev Davídovich Bronstein (León Trotski) (1879-1940) (3) expresó: “La intimidación constituye un poderoso medio de la política, habría que ser un hipócrita para no admitirlo”.

ADEMÁS

La participación de la ciudadanía es posible cuando el protagonismo responsable de la población en la cosa pública se hace carne de la carne. También, por caso, cuando la formulación y ejecución de políticas públicas incluyen como supuesto taxativo e inexcusable que son los destinatarios quienes deben estar incluidos claramente en los procesos de consulta y, llegado el caso, de toma de decisión a través de mecanismos adecuados en tal sentido.

Y permítasenos insistir, el proceso de calificación positiva de la democracia avanza en doble sentido, por un lado se acrecientan y mejoran las instancias de participación y, por el otro, la población en general se apropia responsablemente de las cuestiones atinentes. Si se delega toda la carga en el otro quedarán a trasmano las demandas de ser consultado oportunamente. (“No se queje si no propuso oportunamente”).

La frecuente corrupción, el clientelismo y el accionar corporativo han ido alejando a la población en general de quienes militan partidariamente; el acercamiento es posible a partir de eficientes formas de propiciar la influencia pública donde la voz de todos los interesados es escuchada. La reconciliación surgirá cuando mengüen notablemente las prebendas, el enriquecimiento ilícito, la impunidad, la connivencia entre algunos de los miembros de los tres poderes públicos o con otros sectores como los económicos y periodísticos, los saltimbanquis partidarios según las conveniencias personales, etcétera.

También es sabido que, al estar bastante desacreditada la actividad política, muchas personas desvalorizan los actos electorales: altos índices de incumplimiento de las obligaciones como la ausencia de varias autoridades de mesa y ciudadanos obligados al acto comicial, votos protesta, disyuntivas morales al tener que elegir al mal menor, etcétera.

El mejoramiento en las calidad de la política irá provocando cambios positivos en la percepción pública que redundará en conductas congruentes con la misma; los que suponen modificaciones voluntaristas, por favor abstenerse.

Existen numerosos ejemplos de comunidades que, con su participación activa y a través de sus representantes, han logrado avanzar en sancionar normas que mejoran notoriamente el funcionamiento de la democracia.

Entonces, la cuestión de fondo es mantener activa la participación de la población contribuyendo positivamente en la tarea primaria que realizan los que tienen la responsabilidad de legislar y ejecutar las acciones inherentes a los poderes públicos.

 

NOTAS Y REFERENCIAS

Alejandro Rojo Vivot fue distinguido con el “Reconocimiento a su constante y desinteresada colaboración”. Plaqueta. Red Uruguaya de Ciudades Justas, Democráticas y Sustentables. Montevideo, Uruguay. (2012).

1) Yunus, Muhammad. Hacia un mundo sin pobreza. Editorial Andrés Bello. Octava edición. Página 123. Argentina. Marzo de 2001.

2) Fidyka, Leopoldo. La participación comunitaria. Ministerio del Interior. Página 13. Buenos Aires, Argentina. Diciembre de 1995.

3) Murió asesinado por orden del dictador comunista Iósif Vissariónovich Dzhugashvili (José Stalin). (1878-1953).

Por Alejandro Rojo Vivot - Escritor

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