Opinión Alejandro Rojo Vivot - Escritor 04/02/2024

APUNTES CIUDADANOS: EL LAUCHA

El periodismo es hacer lo posible en donde suceden los hechos, no solo cortar, copiar y pegar, nos dice Alejandro Rojo Vivot y nos vuelve a traer a Roberto Jorge Payró que​ fue un escritor y periodista argentino, siendo un pionero de esta profesión y con ello grandes obras y lo importante que es leer obras literarias aunque estemos "muy" ocupados y "no hay tiempo" para eso. HUMOR, POLÍTICA Y AFINES CDXX.

“-¿Cómo son las relaciones del humor y la política en nuestro país (España)? ¿Qué tal se llevan?

No se llevan se sufren”. (1)

 

Ivá (1941-1993)

 

Las muy numerosas crónicas periodísticas de Roberto J. Payró contribuyeron al inicio de la profesión moderna de los que, siendo testigos presenciales, relatan al gran público las noticias desde los lugares de los hechos. Otros cortan y pegan

Desde joven desarrolló su pasión como cuando en 1889 fundó en Bahía Blanca el periódico “La Tribuna”, invirtiendo su propio dinero.

Vivió muchos años en zonas rurales donde conoció en primera persona a sus habitantes e instituciones.

Son magistrales sus descripciones, con sentido crítico, de lo atentamente observado vis a vis y su capacidad particular de configurar los perfiles de sus personajes en los aspectos físicos y psicológicos.

Fue redactor destacado de “La Nación” que en 1898 lo destinó a recorrer Patagonia, generando extraordinarias páginas luego, en ese mismo año, incluidas en su libro principal “La Australia argentina: Excursión periodística a las costas patagónicas, Tierra del Fuego e Isla de los Estados”, editado ese mismo año, con Prólogo de Bartolomé Mitre: “No poco habrá contribuido a estas diferencias la topografía de la Tierra del Fuego, tan variada como su clima, cubierta de bosques en el centro y sur, de pastos como la Patagonia al norte, de rocas casi estériles al sur, riquísima para pastoreo al este, lluviosa y nebulosa sobre el canal del Beagle, seca y fría sobre el océano Atlántico. La influencia del medio se nota efectivamente, pues las costumbres de familia de una misma tribu y tribus de la misma raza, son diversas, como se verá después. (...)

Las autoridades hacen, por otras razones especiosas, lo mismo que los exploradores. Tienen que hacerse respetar y obedecer. Olvidan que no han instruido previamente a sus súbditos, como olvidan que estamos en un país republicano, para seguir innatos instintos de autocracia. ¿No cumplen los indios un decreto, una disposición, una orden que quizá no conocen? ¡Pues fuego en ellos! que así aprenderán... desapareciendo... Esto es inicuo, pero ha sido y es así”. (Páginas 180 y 235).

La sección dominical publicó regularmente sus críticas literarias: “El azar de las lecturas”, bajo el seudónimo humorístico “Magister Prunum” (Maestro Ciruela).

Obra que, muy posiblemente, han leído todos profesionales y estudiantes de comunicación social, historiadores, politólogos, políticos como, entre otros, los interesados en la región sur de Argentina; en caso contrario están a tiempo de hacerlo.

LA NOVELA

“El casamiento de Laucha” (1906) es una obra satírica picaresca donde interactúan deshonestos, engañadores, ladronzuelos, “los sin muchas ganas de trabajar”, abusadores del poder de los cargos, vividores, estafadores, tramposos, vanidosos, simuladores, coimeros, los justicieros que “dan vuelta el poncho” según la conveniencia personal, etcétera.

Es espejo de sus contemporáneos que bien hoy podría ser escrita otra vez, agregando la apropiación indebida de parte de los fondos aportados por los contribuyentes y negociados, los gastos ostentosos en medio de la miseria de muchos, la inflación, el amañamiento de normas para perpetuarse como políticos rentados, traiciones a lo prometido, falsificadores de la historia, invocadores de las fuerzas celestiales, condenados judiciales que se defienden a los gritos y agravios por faltas de argumentos jurídicos, denostadores del mérito favoreciendo el amiguismo y el nepotismo ampliado, numerólogos contratados con dineros públicos en medio la pobreza de muchos, etcétera.

SIGLOS XX Y XXI

“La miseria, como buena vieja brava, hace con el hombre lo que se le antoja… (…)

El boleto de segunda de Campana a Buenos Aires valía entonces alrededor de peso y medio o dos pesos, y no como ahora que cobran cerca de cinco. (…)

-¿Sabe señora, lo que se me ha ocurrido? Que, como yo sé fabricar coñá, hacer dos cuarterolas (barril) de vino de una sola, falsificar el biter, el ajenjo, el anis, y todo lo demás, lo mismo que mixturar la yerba buena con la mala sin que se conozca, podemos hacer aquí todas esas cosas. Usté ganaría muchísimo más que ahora, que está regalando la platita al licorero falsificador de Pago Chico. (…)

Este cura, que era un napolitano cerrado de los que no hay, hacía poco que estaba en el Pago, pero por las mentas ya se había puesto riquísimo y pensaba irse pronto a su tierra. ¡Rico! Dígame, hágame el favor, ¿cómo puede ponerse rico un cura en un pueblo de campo, aunque le llueven limosnas y le goteen las velas para los santos y haga como el sacristán de Nuestra Señora de la Estrella: ‘la mitá p'a mí, la mitad p'a ella’? Yo no creía, ni muchos creían tampoco, que el cura Papagna estuviese regularón siquiera; pero es que era un verdadero pillo, un gran canalla, un fraile como no he vista otro en todas mis recorridas por esta tierra, en que he hallado unos muy buenos, otros regular nomás, y otros muy malos… ¡No, lo que s como aquél!...

El cura Papagna era bajito, gordinflón, muy narigueta, bastante canoso, con unas manos peludas y como patas de carancho, pero más gruesas, ¡natural! Andaba siempre de sotana perdida de lamparones, y la barba sin afeitar de muchos días; así es que parecía –y era- ¡un sucio! (…) Siempre andaba llorando miseria aunque el cuerpo le destilara grasa por todos lados. ¡corrían unos cuentos de él!... Muchos vecinos se habían quejado varias veces al arzobispo, no me acuerdo bien por qué, pero el arzobispo se hizo la chancha renga, y el cura Papagna siguió tan suelto de cuerpo en la parroquia, casando, bautizando, diciendo misa y predicando… ¡Vieran los sermones!... Eran cosa de perecer de risa. No se oían más que las mentas de las barbaridades y bolazos que largaba medio en napolitano, porque ni el italiano sabía bien”. (2)

EN FIN

El premio Pulitzer (1940) y Premio Nobel de Literatura (1962) John Ernst Steinbeck, Jr. (1902-1968) expresó: “Por el grosor del polvo en los libros de una biblioteca pública puede medirse la cultura de un pueblo”.

El casamiento de Laucha” está integrado en capítulos cortos todos muy divertidos, por lo que en diez minutos se pueden leer al menos uno por día… inclusive entre los muy ocupados.

 

NOTA Y REFERENCIAS

Alejandro Rojo Vivot durante trece años fue Coordinador Patagónico de dos programas de educación rural, con financiamiento del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

1) Tosas Fuentes, Ramón. En José Manuel Girones. La política española entre el rumor y el humor. Ediciones Nauta. Página 356. Barcelona, España. Octubre de 1974.

2) Payró, Roberto J. El casamiento de Laucha. Editorial Kapeluz. Páginas 45, 59, 66 y 67. Buenos Aires, Argentina. Junio de 1981.

Por Alejandro Rojo Vivot - Escritor

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