La ilusión de repetir de los campeones del mundo sigue y se agiganta a cada paso con un equipo que a su riqueza táctica y técnica le añade una mística que se codea con la épica para continuar derribando obstáculos. Argentina se batió en Cuartos de Final con Rusia su oponente de la pasada definición por el título en 2016, en un partido que tuvo todos los condimentos para despertar hasta las más ocultas emociones. La clasificación se prolongó a los penales donde la Albiceleste se impuso 5-4 tras el 1-1 resultante de los 50 minutos de juego. 
 
La partida de ajedrez de los veinte minutos iniciales comenzó con una buena apertura de Argentina que en dos minutos y medio, empezó a cargar de faltas a su rival, generó dos chances (tiro libre de Cuzzolino y volea de Taborda) ante una Rusia, a la cual la valla de Sarmiento le quedaba lejos y así lo demostraba el solitario intento de Chishkala.

La escuadra rusa, bien controlada por la defensa argentina, se veía limitada en ofensiva al balón parado, con el zurdo Asadov protagonizando las ejecuciones de lateral, córner y tiro libre. 

La Selección Nacional fue la que propuso más desde el juego colectivo, pero se estancaba en el último toque. La única ganancia, para nada menospreciable, de esa gestión fue que los europeos ya entraron en penalización en apenas nueve minutos y fracción. El contexto de partido jugado a cara de perro (con varios roces en el arranque que se cobraron las amarillas para Davydov y Borruto, y el duelo Afanasev-Taborda).

Pero Argentina no podría hallar el camino de la sexta falta a lo largo de la etapa, con unos árbitros decididos a no sancionar una infracción de menor tenor mientras el elenco albiceleste necesitaba que sus jugadores más habilidosos y rápidos en el uno contra uno fueran la carta para generar el ansiado foul para el doble penal.

Fue uno de los más destacados, Ángel Claudino, aquel que justamente dispuso de la oportunidad más clara, cuando penetró por el eje de la defensa rusa -favorecido también por un rebote- pero su disparo fue directo al cuerpo de Putilov. 

Por primera vez en el certamen, Skorovich apeló a Eder Lima y el brasileño naturalizado pese a sus pocos minutos, resultó quien forzó sendas tapadas de Sarmiento (la primera a falta de cinco minutos y la última en el segundo final). Entre ambas situaciones, Argentina tuvo otra vez en los pies de Claudino, desbordando y pisando el área, la chance de romper el marcador, pero le faltó compañía para concretarla.

Así se marcharon al descanso con el cero a cero, donde la Albiceleste supo administrar el desgaste físico con una rotación larga ante la exigencia en ese aspecto que significaba su oponente.

Para el complemento, Rusia salió con la novedad de Eder Lima de entrada, junto al habitual tándem Robinho-Chishkala, y el intenso Davydov.  Su planteo descansaba en provocar el espacio para la maniobra individual de ambos jugadores del Benfica, con el pívot apareciendo para la descarga y la segunda jugada.

Argentina se sintió un poco más contenida producto de la presión rusa, debiendo jugar más en largo para progresar en ataque, aunque en balones divididos. Sin embargo, en una de esas pelotas disputadas, Borruto y Cuzzolino la pelearon, y Abramov le cometió falta al ex Caballito cuando se aprestaba a ajusticiar a Putilov en la puerta del área. No obstante, el capitán albiceleste se desquitó con un remate preciso y potente para poner el 1-0 a los cuatro minutos.

Con la ventaja, la Selección fue aplicada en la marca y  transcurrió sin sobresaltos hasta la mitad de la etapa, limitando a Rusia al balón parado, donde un latigazo de Robinho -mano salvadora de Sarmiento mediante- fue el único tiro de peligro que se coló.

De todos modos, Argentina no resignó el ataque y probó con la misma fórmula: Taborda lo tuvo primero y Lucas Bolo en una volea símil del tanto que consagró a San Lorenzo campeón de América, que un desvío evitó que se materialice en el segundo.

Cuando la Albiceleste empezaba a administrar la victoria parcial, un par de infracciones en el borde del área le dieron la posibilidad a Rusia del empate. El saldo negativo fueron las amarillas para Taborda (aunque Bolo fue el autor de la falta) y Stazzone, pero los bloqueos a ambos remates le otorgaron un plus de fervor al prolijo y fatigoso cerrojo argentino.

Aunque el empuje ruso se encargó de engrosar la acumulación de foules de Argentina, en quinta falta con seis minutos por jugar. El oxígeno en ofensiva para la Selección pasaba por alguna que otra transición como la que Claudino había tenido instantes antes de la penalización. 

En el tenso trámite de la segunda parte, Rusia halló el alivio y el gol de la igualdad a los 15' en un lateral ejecutado por Chishkala que punteó el lungo Antoshkin, rebotó en Sarmiento y el propio jugador ruso la metió con el último esfuerzo.

Argentina supo superar el mal trago, a sabiendas de no poder cometer un desliz que derivara en un doble penal en contra, y recuperó tiempo de posesión, vital para planchar un posible envión rival. Así supo llevar el juego hacia la prórroga sin contratiempos y hasta teniendo la última bola con un disparo de Basile, que Putilov embolsó ante la arremetida de Rescia para el desvío.

El suplementario largaría con una sucesión de remates rusos que harían lucir a Nico Sarmiento y mostrarían la intensidad defensiva argentina. Borruto tendría en una distracción rusa un mano a mano con Putilov pero remataría alto y antes del cierre de los primeros cinco adicionales, Asadov provocó una falta de Bolo para disponer el mismo del tiro de doble penal que tanto ansiaban los europeos. Pero Sarmiento se encargó de amortiguar el disparo y agigantar su figura en el encuentro. 

La segunda parte del tiempo extra vio a Rusia arremeter contra la estoica muralla albiceleste que contó con el palo de aliado en un tiro de Robinho. Los tres minutos finales, la Selección puso a Taborda de arquero de movimiento para modificar el trámite y ensayar una opción de ataque de cinco, la cual dispuso pero Putilov rechazó con lo justo.

El resultado no se alteró más allá de los diez de alargue y la definición se redujo a un margen de seis metros de distancia, entre la alegría y la desazón. Los dos tuvieron oportunidad de cerrarlo en la tanda de cinco, pero el escritor del guión quiso agregarle el suspenso que se prolongó hasta el séptimo turno donde Farach le contuvo el tiro a Rómulo para el estallido de propios y extraños (el apoyo local se hizo visible) en Kaunas y a miles de kilómetros de distancia.

El próximo desafío: el miércoles 14:00 (de Argentina) ante Brasil, en una nueva e imperdible edición del clásico, con el Arena de Kaunas como escenario, buscando llegar otra vez a la final del Mundial. 

Patricio Knaudt, Charly Arias y Diego Provenzano (desde Kaunas, Lituania) Pasión Futsal.