“Patagonia pionera”, el libro sobre montañismo en el PN Los Glaciares

El historiador del motañismo Toncek Arko examina las expediciones que buscaron alturas en el Parque Nacional Los Glaciares. Vívidos recuerdos de los protagonistas e imágenes de gran valor histórico

Deportes 06/08/2020 Adrián Moyano - El Cordillerano
Bettinelli, Köpcke y Aguirre frente al cerro Marconi
Bettinelli, Köpcke y Aguirre frente al cerro Marconi

Con el título de “Patagonia pionera”, el historiador del montañismo Toncek Arko reunió “las principales expediciones y ascensiones realizadas por escaladores argentinos en la zona del Parque Nacional Los Glaciares durante las décadas de 1960 y 1970”, según introduce el propio autor. El libro salió de imprenta casi al mismo tiempo que se dictaminaban la cuarentena, pero ya se encuentra disponible.

Más allá de su contenido, la publicación hizo historia a su pesar, porque fue la última publicación de Editorial Caleuche en vida de su fundador, Raúl Izaguirre, a quien despedimos poco más de una semana atrás. Refiere a “una época dorada del andinismo nacional, donde la Patagonia andina comenzó a ser visitada deportivamente y muchas de sus principales montañas fueron ascendidas. Sin dudas, una etapa romántica, aventurera y fantástica del andinismo argentino”, afirma Arko en la breve “Presentación”.

El proyecto surgió “cuanto estaba trabajando con Patagonia eterna (libro anterior), de Carlos Comesaña, y pude volver a repasar las expediciones de esos años. Así, procedí a elegir las diez ascensiones que me parecieron más importantes y que evitaron que la mayoría de las cumbres sureñas sean subidas solo por extranjeros”. El libro abarca experiencias en el Pier Giorgio, el Guillaumet, el Fitz Roy, el Marconi Central, Aguja Poincenot, Cerro Norte, Cerro Rincón, Aguja Mermoz, Cerro Moyano y Dedo del César.

El autor y su flamante trabajo.

Con sus entrevistas, relecturas de anuarios y diarios de expediciones, “el principal objetivo de este libro es recordar cómo se practicaba andinismo en esos años y también las limitaciones que había, en todos los órdenes. Tiempos en que solo llegar a la base del macizo Fitz Roy ya constituía una aventura. El equipo de escalada era escaso y rudimentario, no existían ágiles vías de comunicación y el tiempo se predecía mirando el cielo”. Notable pintura.

El autor y su flamante trabajo
El autor y su flamante trabajo

Completa Arko que el período “se caracterizó por una gran ambición en ser el primero en subir las montañas y agujas rocosas de la zona. Hubo competencia entre cordadas, escaladores y clubes. Y también envidias, mentiras, agachadas y celos, propios del ser humano”. En cuanto a la geografía, “si bien la zona aledaña al Fitz Roy fue la más visitada también había interés por subir otras montañas, más al sur”.

JORGE Y PEDRO SKVARCA 

El Pier Giorgio está al oeste del glaciar Fitz Roy Norte, nos dice la publicación. Lleva ese nombre gracias al bautismo de Alberto De Agostini, quien impuso la denominación en 1935, en homenaje a un joven esquiador y montañista italiano que falleció tempranamente. Por primera vez, fue escalado por los eslovenos radicados en Argentina Jorge y Pedro Skvarca. El segundo “se inició en la escalada en Catedral y Tronador, durante el verano de 1962, junto a su hermano Pedro, dos años menor, y el catalán Miguel Gómez Sánchez. Entre otras ascensiones subieron la Torre Principal del Catedral y el Internacional del Tronador. El verano siguiente fue hacia la Patagonia, al Pier Giorgio”.

El tramo final de la hazaña fue muy riesgoso. “El tiempo se mantenía espléndido. Divisaron el hongo de cumbre. Pero aún los separaba una gran travesía sobre hielo. Esto los preocupó, pues su equipo de hielo era muy precario. Un solo crampón de 12 puntas y piquetas de marcha. Muy pocos tornillos de hielo. Lo más grave es que estaban deshidratados y tampoco habían podido comer algo. Ni caramelos tenían”.

Bettinelli, Köpcke y Aguirre frente al cerro Marconi
Bettinelli, Köpcke y Aguirre frente al cerro Marconi

Patagonia pionera.

Sin embargo, los Skvarca no iban a volver atrás, con el logro al alcance de sus manos. “Pedro subía de primero y lo seguía Jorge, con tensión en 10 puntas. El primero no podía caerse, pues arrastraría al segundo. En un tramo, con Pedro asegurado a un clavo puesto en la roca, Jorge resbaló y cayó unos 10 metros. Un gran susto, pero sin mayores consecuencias”, rehace el relato de Arko.

En primera persona, Jorge completó para el libro: “estábamos en el filo cumbrero del Pier Giorgio. Felices pero muy cansados. Eran las 19.30 del 17 de enero de 1963 y hacia el oeste se extendía grandiosa la planicie inacabable del Hielo Patagónico. Debajo nuestro el cordón Marconi, envuelto ya en la sombra azul. Al este del Fitz Roy, el majestuoso cerro Torre. A nuestros pies, caía una terrible pared hacia el glaciar Marconi. El sol comenzaba a ponerse y sabíamos que era imperioso iniciar el descenso”. Eso hicieron, para quedar en la historia del montañismo.

En 1959 hubo un antecedente que partió del Club Andino Buenos Aires (CABA), que dirigió Juan José Quintas e intentó llegar a la cima, de forma infructuosa. Al año siguiente Quintas reincidió, en el marco de un grupo que integró el barilochense Carlos Bottazzi. De los tres meses que duró la expedición, 60 días transcurrieron entre el campamento base y la montaña, con 52 jornadas de lluvia y viento. “Nunca tuvimos más de 48 horas de buen tiempo”, le dijo Bottazzi al autor del libro, quien añadió: “en los temporales sufrieron destrozos en los campamentos, con carpas voladas y desgarradas y también pérdidas de equipos”.

Por su parte, otros vecinos de esta ciudad, Edgar Köpcke y Julio Aguirre, integraron la expedición que en 1966 intentó coronar la cumbre sur del cordón Marconi. El primero ofició como jefe de grupo y según su recuerdo, “no viajamos todos juntos. El 8 de enero de 1966, el grupo de avanzada, con la carga, arribamos a Piedra del Fraile, campamento base de las expediciones que visitaban aquella región. Ese fue nuestro punto de reunión. Las fiestas de fin de año, los trabajos y las familias dificultaban que viajemos todos juntos hacia el sur”. Otros obstáculos no menos dificultosos de vencer.

Mario González y Juan Pablo Nicola en Dedo del César
Mario González y Juan Pablo Nicola en Dedo del César

Mario González y Juan Pablo Nicola en Dedo del César.

En otro orden, para realzar el 45° aniversario de la institución barilochense, Juan Pablo Nicola planificó una incursión al Dedo del César. El 2 de febrero de 1976, se había logrado con éxito el ascenso del cerro Moyano y había ganas de ir por más. Desde el CAB, participaron Alejandro Dalla Cía y Mario González, “andinistas estrechamente vinculados al club. En aquellos años Mario fue director de la Escuela Juvenil de Escalada”, reconstruye el trabajo de Toncek Arko.

“A Mario González, quien es uno de mis mejores amigos y la persona que me acompañó en esta, mi más importante ascensión, lo conocí brevemente durante el invierno de 1976”, recordó Nicola. “Yo había viajado a esquiar a Bariloche y conversando con su padre, Paco González, que trabajaba como secretario administrativo del CAB, me preguntó si podíamos llevarlo a su hijo en nuestra expedición. Le respondí que sí” y así fue, como testimonia una de las fotos que acompaña esta reseña.

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