Ilustración: CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA 1931.

“El humor es un sistema de defensa. Y entre todos los sistemas de defensa que hay, como puede ser una neurosis o una depresión, a mi me tocó el humor. Esto no quiere decir que no haya sido duro. Porque lo fue, especialmente en mi infancia y adolescencia, pero luego, a través de la lectura, descubrí que todas esas experiencias dolorosas podían ser transformadas en humor. Lo que yo había vivido, podía ser material literario. Encontrar el humor fue un cambio absoluto en mi vida”. [1]

Verónica Sukaczer (1968)

Bien entrados en el Siglo XXI perduran aberrantes prejuicios e, inclusive, hay quienes hacen alarde público de sus ideas absolutamente sesgadas.

En general, en muchas regiones las mujeres son punto focal de menoscabo prevaleciendo las posturas de que existen seres humanos superiores del resto, que tienen derechos ancestrales pues siempre fue así, etcétera.

MUCHÍSIMOS ANTECEDENTES

Con alguna frecuencia hay quienes, argumentalmente casi cosificados, reproducen ciertos comentarios de hechos pasados hace décadas, construidos como relatos presentes buscando ensalzar personalismos aún cuando fueron procesos colectivos.

Otras veces, ocultan o ignoran muchos antecedentes de gran valía, como a Jane Frances Agnes Elgee (Speranza) (1821-1896), madre del célebre escritor Oscar Wilde, que fue una de las principales promotoras de los derechos de las mujeres, incluyendo en su accionar la publicación de numerosos artículos periodísticos en The Nation.

También es oportuno recordar que Bertha Maria Julia Lutz (São Paulo, 2 de agosto de 1894—1976) fue naturalista, zoóloga, profesora y pionera del feminismo en Brasil. En 1945 jugó un papel fundamental para que la Carta de las Naciones Unidas mencionara a las mujeres. El Vaticano como Estado independiente nunca la firmó actuando meramente como observador.

Ya en 1922 fundó la Federación Brasileña para el Progreso Femenino (FBPF), representando a su país en la “Liga de las Mujeres Sufragistas”.

En España se destacó Carmen Eulalia Campoamor Rodríguez, (Clara Campoamor) (1888-1972), que fundó la Unión Republicana Femenina, trabajando exitosamente por el voto femenino, incorporado en la Constitución de 1931, [2] que fue ejercido las elecciones de 1933. Fue una prolífera escritora como, por ejemplo, “El derecho de la mujer en España” (1936).

Cabe recordar que en las elecciones únicamente los varones estuvieron habilitados para votar y las mujeres sí pudieron ser candidatas, logrando tres bancas: Margarita Nelken Mansberger (1894–1968), Victoria Kent Siano (1891-1987) y la ya citada Clara Campoamor.

POR ESTAS TIERRAS

Aunque haya quienes velan el recuerdo Julieta Lanteri, en 1910 promovió el derecho a la igualdad ante la ley, logrando que el magistrado Claros fallara a su favor: “Como juez tengo el deber de declarar que su derecho a la ciudadanía está consagrado en la Constitución, y en consecuencia, que la mujer goza de los mismos derechos políticos que las leyes acuerdan a los ciudadanos varones, con las únicas restricciones que, expresamente, determinen dichas leyes, porque ningún habitante está privado de lo que ellas no prohíben”.

1911: fue candidata a diputada nacional, ejerciendo el derecho a postularse en igualdad de condiciones, siendo la primera en América Latina. “En el parlamento, una banca me espera, llevadme a ella”.

1919: El diputado radical Rogelio Araya presentó su proyecto estipulando taxativamente el derecho al sufragio femenino logrando la aprobación de la Cámara con el apoyo de los socialistas y rechazado por los senadores.

El proceso fue extenso e intervinieron muchas personas por lo que atribuirle todo a una es un grave error u otra cuestión.

UN POCO DE HUMOR

Como en Argentina, entrados en la tercera década del Siglo XXI, Atenas antigua vivió graves problemas económicos donde los que más sufrían eran los que menos tenían; ahora sumamos a millones de jubilados que aportaron su dinero durante décadas y el gobierno, contradiciendo sus promesas, los hundió en más pobreza.

Las mujeres eran particularmente menoscabadas sin derechos políticos en igualdad de condiciones de los varones.

El genial comediógrafo Aristófanes en 391 a.C. estrenó su muy divertida obra escénica “La Asamblea de las Mujeres”, donde queda en claro que los avances con respecto a la igualdad de géneros no fue un hecho de una persona con gran poder de influencia en asuntos públicos, que todavía suscita encendidas polémicas, sin que las posturas varíen un ápice.

Varias situaciones de la ficción parecen extraídas de los diarios de ayer.

“PRAXÁGORA. Pido a los dioses tener éxito y conseguir lo que hemos planeado. [3] Tengo tanta parte en esta tierra como vosotros, pero sufro y llevo con pesar la podredumbre de las cosas de la ciudad. Porque veo que sus políticos son siempre detestables; y si uno por un día se hace bueno, otros diez días se hace malo. Das el poder a otro: hace aún cosas peores. La verdad, es difícil dar consejos a hombres descontentadizos que tenéis miedo a los que quieren ser vuestros amigos y en cambio a los que se niegan a ello, les suplicáis una y otra vez. Así, hubo un tiempo en que no había Asambleas en absoluto, pero a Agirrio [4] le teníamos por un mal hombre; y ahora que las tenemos, el que recibe su soborno, le pone por las nubes y el que no lo recibe ¡asegura que merecen la muerte los que, como Aguirrio, buscan ganar un sueldo por asistir a la Asamblea”. [5]

[1] Desde 1992 hasta 1996 colaboró con el Departamento de Odontología Social de la Asociación Odontológica Argentina. 
[1] Sukaczer, Verónica. Entrevista de Patricia Kolesnicov. Verónica Sukaczer: “El humor es un sistema de defensa”. Infobae. Buenos Aires, Argentina. 27 de noviembre de 2021.
[2] Artículo 25°: “No podrán ser fundamento de privilegio jurídico: la naturaleza, la filiación, el sexo, la clase social, la riqueza, las ideas políticas ni las creencias religiosas. El Estado no reconoce distinciones ni títulos nobiliarios”.

Artículo 36°. Los ciudadanos de uno y otro sexo, mayores de veintitrés años, tendrán derechos electorales conforme determinen las leyes”.
[3] Intervenir disfrazadas de varones exponiendo en la Asamblea, integrada en ese entonces solamente por hombres.
[4] Militar y político ateniense, que vivió en la mitad del siglo V a.C., que reinstauró el pago a los que asistían a la poderosa y multitudinaria ekklesía (Asamblea del pueblo), que había creado Pericles (495 a.C.-429 a.C.). Llegaron a cobrar tres óbolos.
[5] Aristófanes. La Asamblea de las Mujeres. Ediciones Cátedra. Tercera edición. Página 227. Madrid, España. 2000.

Por Alejandro Rojo Vivot - Escritor