FOTO: ARV. REVISTA PBT. FINANCIADA POR EL GOBIERNO NACIONAL. BUENOS AIRES. 3 DE JULIO DE 1953

“Mi ideal político es el democrático. Cada uno debe ser respetado como persona y nadie debe ser divinizado”.

Albert Einstein (1879-1955) 

En sociedades complejas, con altos niveles de corrupción, violencia interpersonales física y verbalmente, pobreza, indigencia extrema, clientelismo partidario, etcétera, parte de los políticos buscan perpetuarse en el poder a veces amañando normas edulcoradas con eventuales progresos e incorporando frases hechas, mediante enunciación de expectativas que saben que nunca las cumplirán.

A veces prometen más derechos mientras, en alguna medida, no cumplen con los existentes como que se lleve adelante lo dispuesto como, por caso, Defensor del Vecino, Presupuesto Participativo, protección integral del ambiente, ingreso a los puestos públicos únicamente por concursos abiertos, sueldos pagados únicamente a personas que trabajan en ámbitos municipales (ñoquis), etcétera.

Los eufemismos bastantes generalizados en la actualidad, como en los siglos pasados, son expresiones que se suponen políticamente correctas, suaves, indirectas, etcétera, que se las emplea para no decir lo que se debe manifestar.

La verdad incluye que estemos lejos de los eufemismos, de velar lo que expresamos a través de términos estereotipados que poco o nada puntualizan, de disfrazar con palabras rimbombantes las ideas irrelevantes o nombrar inadecuadamente lo que sabemos muy bien de lo que se trata.

LAS NORMAS LEGALES

A veces analizando con algún detenimiento, por caso, cartas orgánicas notamos que incluyen palabras y textos que son generales y voluntaristas, rápidamente aplaudidas pero casi siempre incumplibles. Rara vez, aunque sea en las cláusulas transitorias taxativamente se incluyen detalles que permitan fehacientemente ejecutarlas y, oportunamente, evaluar su cabal cumplimiento.

Es bien sabido lo que significan las altas tasas de los irresueltos problemas habitacionales y las generalizadas condiciones indignas al respecto: la carencia de servicios públicos, hacinamiento, calles anegadas cuando llueve o nieva, contaminación ambiental, etcétera.

Es decir, es claro el incumplimiento constitucional y de la Declaración Universal de Derechos Humanos (UN, 1948), aunque pareciera, con cierta recurrencia, que son poco tenidos en cuenta ni por algunos especialistas.

EJEMPLOS

Por caso, con frecuencia las elecciones de autoridades partidarias y hasta ciertos candidatos para puestos con buenas expectativas en los comicios son elegidos por unos pocos, en acuerdos de cúpula, ninguneando al extremo a los afiliados.

Más allá de las consideraciones políticas y solamente a título de ejemplo de lo expresado más arriba: ante una abrupta renuncia, con implicancias institucionales en la alianza en poder, unos pocos eligieron al reemplazante sin injerencia directa de todos los miembros con derecho a voto al respecto.

Además el elegido, que la noche anterior ni se lo imaginaba ¿es representativo o un delegado pasa consignas?

La democracia interna en las instancias políticas contribuye en mucho a la calidad democrática mientras que lo contrario se aproxima, al menos, a la autocracia.

Es frecuente, con motivo de competencias deportivas internacionales, como en otras actividades equivalentes, que los periodistas, comentaristas, relatores, dirigentes, aficionados y todo quien encuentra una extraordinaria oportunidad de opinar, empleen el término representativo: el equipo representativo de tal país. Otro tanto sucede localmente: la delegación representativa de determinada ciudad o provincia.

De las muchas acepciones que posee el término, aquí corresponde al que actúa en nombre de otro u otros, en este caso los respectivos pueblos.

Pero para que así sea, debe haber mandato previo tácito o expreso, amplio o restringido, público o privado, por un plazo acotado o hasta que sea revocado, oneroso o gratuito, etcétera. También es posible que sea por disposición judicial o por derecho propio como los progenitores o tutores de los menores de edad o de quienes han sido declarados inhabilitados en tal sentido como algunos enfermos con afecciones mentales, etcétera.

Pero, en lo aquí nos ocupa, infrecuentemente, no existen mecanismos de selección: concursos previos públicos y generales, padrones, votaciones reglamentadas y controladas, consultas a la población, etcétera, de donde podrían emerger los genuinos representantes; entonces resulta que la representatividad es autoproclamada o arbitrariamente endilgada por alguien.

Otra acepción del término es cuando lo representativo está indicando que el grupo reúne las características principales del conjunto amplio como, por ejemplo, que la selección fue organizada empleando criterios estadísticamente representativos, respetando la diversidad propia de cada pueblo. En ese sentido, del Fútbol Callejero (o como se denomine en cada región) tenemos mucho que aprender.

Entonces, sin duda, los equipos deportivos profesionales y los de alta competencia lejos están de ser representantes de una nación; eso no le quita ningún mérito pero tampoco le agrega. Son lo que son y ya es mucho.

ADEMÁS

El inadecuado empleo de los términos señala algún grado de confusión conceptual y, a veces, intensiones de representar lo que no es, vaya uno a saber las razones.

En Democracia es clave observar con particular cuidado lo antedicho pues podría estar contribuyendo, queriéndolo o no, a distorsionar una función tan importante como los procesos destinados a elegir a quienes les encomendamos el mandato acotado para decidir algunas cuestiones por nosotros.

En los sistemas autoritarios o hegemónicos, incluyendo los de partido único, que dicen hablar en nombre del pueblo, unos pocos se autoerigen para pensar, opinar y ejecutar por el resto aun cuando existan rituales, casi siempre con extensísimos discursos, que quieren hacer creer que con los mismos que el electorado los revalida eternamente o hasta que les alcance la vida y la de los familiares que los pueden suceder.

Infrecuentemente los más sobresalientes son los representativos del pueblo pues, como mucho, son sus excepciones.

Nadie puede arrogarse ser representante de nadie si no fue elegido expresamente para esa función; además, los designados tienen la obligación de rendir cuentas en forma pública y completa.

Entonces, los deportistas son representantes de sí mismos y quizá de quienes los hayan seleccionado y eso es mucho. ¡Lo único que nos falta es que favorezca o se emule a quienes sin tapujos y mucha soberbia deciden arbitrariamente por lo demás!

Cuando llamamos a las cosas por su nombre somos más coherentes y nos comunicamos mejor, dos condiciones básicas de la vida humana y, desde luego, de la Democracia.

Por Alejandro Rojo Vivot - Escritor