Opinión Alejandro Rojo Vivot - Escritor 11/04/2024

CARTAS ORGÁNICAS: BARRERAS URBANÍSTICAS

El proceso de la elaboración de las Cartas orgánicas tiene que ser con la participación de los ciudadanos que deseen hacerlo. Por ese el perpetuarse en cargos no es bueno para la alternancia en la democracia que debemos participar. Hay que trabajar en las "barreras" que tenemos en nuestras ciudades para hacerlas más inclusivas y sustentables. Por Alejandro Rojo Vivot - Escritor.

A.ROJO VIVOT Y RAFAEL DURANTE. DISHUMOR. EDITORIAL DUNKEN. TERCERA EDICIÓN. BUENOS AIRES

Nadie tropieza dos veces con su ideal, y pocos son los que tropiezan una”. (1)

 

Oscar Wilde

 

A veces pareciera que, las cuestiones sociales se ordenaran y manifestaran según los organigramas de las reparticiones de los poderes públicos y quienes tienen dificultades de hallar el casillero adecuado quedan fuera o, por lo menos, deambulan gastando energías altamente improductivas, salvo en el aprendizaje forzoso de lo que no le interesaba conocer.

A demás, en bastantes oportunidades, lo mismo sucede entre quienes se desempeñan desde la iniciativa privada.

Desde luego que hay excepciones, pero sería un error muy grave confundirlas con indicadores generales de la realidad.

AVANZANDO

Las cartas orgánicas concebidas específicamente para cada ciudad con autonomía plena han de redactarse y cumplirse participativamente, cara a cara, con nombre y apellido, como parte fundamental del desarrollo sustentable.

¿Será por eso que hay quienes se niegan en tal sentido manteniendo opacos sistemas centralistas con reelecciones indefinidas, continuismo anquilosado, etcétera?

En Democracia, la falta de alternancia en el poder quizá sea un buen indicador del verticalismo anómalo y de haber generado exitosamente dependencia en los allegados valla a saber por qué motivos, incapacidad de otros para inteligentemente y capacidad presentarse como alternativa partidaria, como, notoriamente, la generalizada necesidad de formación ciudadana.

NOS EXPLICAMOS

Los organismos de los poderes públicos, con frecuencia, rara vez actúan con visión institucional integral, es decir cuando toma contacto con algún problema casi nunca el cuerpo se anoticia inmediatamente y reacciona coordinadamente si es necesario pues, casi siempre, es tan sólo con un movimiento sectorizado en algún compartimento estanco.

Con respecto a la antedicha situación de desestructuración operativa, responsabilizar al sistema es descarnarlo de quienes trabajan en el mismo y, posiblemente, sea un facilismo extremo que por tratar de explicar todo, casi nada dice.

Por otro lado, centralizar la cuestión en los niveles de decisión política puede ser una alternativa tranquilizadora de conciencias que, con el tiempo, hasta podemos llegar a creerla y aceptar pasivamente la costosa función de especialistas en pasa papeles.

Es muy probable que si focalizamos la responsabilidad en el sistema en vez en quienes trabajan en los mismos y en las normas que regulan los procedimientos, poco lograremos modificar.

La postura sostenida por los que basan el inmovilismo cultural, político y cívico en el que el ser humano poco puede hacer frente a una difusa superestructura que rige los destinos de todos, no hace más que reforzar a la anomia frente a la iniquidad y arbitrariedad de unos pocos.

Recordemos en este sentido como el sistema que durante décadas funcionó autoritariamente detrás de la cortina de hierro un día implosionó por el concurso de la gente y el estrepitoso fracaso de gobiernos autoritarios.

En este quehacer en compartimentos estancos pareciera que los asuntos de las personas con discapacidad deben ser canalizados principalmente a través de áreas especiales, desdeñando así el tratamiento coherente con la idea de normalización de las condiciones de vida, favoreciéndose el mito de la superespecialización y reforzando las estrategias de desarrollo por separado.

Pasan los meses, se suceden los años y relativamente son pocos los avances, diluyéndose las posibilidades de modificaciones estructurales...

Las cartas orgánicas pueden incidir positivamente también en esta cuestión.

2024

“Por ‘diseño universal’ se entenderá el diseño de productos, entornos, programas y servicios que puedan utilizar todas las personas, en la mayor medida posible, sin necesidad de adaptación ni diseño especializado. El ‘diseño universal” no excluirá las ayudas técnicas para grupos particulares de personas con discapacidad, cuando se necesiten”. (2)

En líneas generales, muchos de los edificios de acceso público siguen presentando barreras arquitectónicas, las ciudades mantienen sus barreras urbanísticas, los contenidos educativos (en todos los niveles) poco tienden a la inclusión social, la formación docente con alguna frecuencia sigue siendo encarada únicamente diferenciando común y especial respondiendo a políticas de segregación, la habilitación y rehabilitación empleando los recursos comunitarios es aplicada en pocas localidades, las oportunidades laborales son muy escasas, los contenidos televisivos (incluida la publicidad) no favorecen a revertir la actual situación de las personas con discapacidad, a pesar de que las emisoras utilizan espacios regulados por el Estado y todas controladas por un organismo oficial, las entidades de personas con discapacidad consultadas son unas pocas, casi no existen políticas integrales taxativamente formuladas y presupuestos financieros acordes, algunas obras sociales y empresas de medicina prepaga se niegan a cubrir los requerimientos específicos de las personas con discapacidad, la mayoría de las personas con discapacidad intelectual severa o profunda no son atendidas debidamente, etcétera.

ADEMÁS

La coherencia entre lo expresado y lo realizado es un signo de autenticidad.

La coherencia entre los distintos sectores de los poderes públicos es un signo de eficiencia.

La coherencia entre los que gobiernan y legislan con los propios interesados en un signo de racionalidad.

La coherencia en si es un signo de inteligencia.

¡Cuánta coherencia nos hace falta!

Es verdad que los presupuestos son finitos pero elaborar y ejecutar una política coherente no significa mayores erogaciones, sino todo lo contrario; si fuéramos congruentes lograríamos mayor eficiencia y eficacia, lo que resultaría menos oneroso para la comunidad en general. También es cierto que si estuvieran extendidos los sistemas de participación ciudadana en el quehacer de los poderes públicos, el avance sería notorio y consolidado.

Elaborar los presupuestos financieros de los poderes públicos involucrando a los destinatarios, sobre todo en la determinación de las prioridades, contribuye muy positivamente a lograr la eficiencia comunitaria de la inversión de los recursos de la sociedad y, también, redistribuye el poder político aumentando la calidad del desarrollo democrático.

Aunque, por ahora, los distintos sectores de los poderes públicos continúan actuando en compartimentos estancos, que sólo son útiles cuando la nave hace agua (¿será por eso?).

No obstante lo antedicho, que tan sólo es indicativo para invitar a reflexionar en este sentido, el punto focal de la interacción cultural en lo que se refiere a la discapacidad lo encontramos, según nuestra opinión, en el concepto de minusvalía, es decir, la desventaja producto de la subvaloración.

ASÍ MISMO

Paradójicamente, en el análisis, frecuentemente centralizamos la atención en la persona con deficiencia como quién, en definitiva, algo no puede realizar (caminar, oír, ver, etcétera) o lo hace con manifiesta dificultad, en vez de incluir taxativamente los componentes culturales. Y cuando incorporamos el concepto, muchas veces nos limitamos a algunos argumentos visibles como las barreras urbanísticas y arquitectónicas, a la manera de los fenomenólogos.

Las políticas de desarrollo por separado, particularmente en los sistemas educativos, también son generalmente aceptadas como sucede con las tan comunes salidas laborales improductivas para las personas con deficiencia. Otras veces, se acuñan eufemismos como actividades alternativas o paralelas, acciones especiales, etcétera que tan sólo intentan velar la segregación innecesaria.

Asimismo, recuérdese a los mitos como, por ejemplo, las personas sordas son buenas para contar dinero, las personas con discapacidad mental son inocentemente felices y por eso sonríen todo el tiempo, etcétera.

Quizá la situación se enrarece aún más cuando culturalmente se agrega algún otro elemento discriminatorio (género, edad, etnia, religión, etcétera). Al respecto las Naciones Unidas expresaron que: “las consecuencias de las deficiencias y de la discapacidad son especialmente graves para la mujer. Son numerosos los países donde las mujeres están sometidas a desventajas sociales, culturales y económicas que constituyen un freno a su acceso, por ejemplo, a la atención médica, a la educación, a la formación profesional y al empleo. Si, además, tiene una deficiencia física o mental, disminuyen sus posibilidades de sobreponerse a su desventaja. Su participación en la vida de la comunidad se hace, por ello, más difícil. Dentro de las familias, la responsabilidad de los cuidados que se dan a un pariente con discapacidad incumbe a menudo a las mujeres, lo que reduce considerablemente su libertad y sus posibilidades de participar en otras actividades”. (3)

 

NOTA Y REFERENCIAS

Alejandro Rojo Vivot fue miembro pleno del Consejo Federal de Discapacidad.

1) Wilde, Oscar. El retrato de Dorian Gray. Editorial Losada. Página 152. Buenos Aires, Argentina. 20 de Setiembre de 1938.

2) Naciones Unidas, Asamblea General. Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad. Nueva York, USA. 2006.

3) Naciones Unidas, Asamblea General. Programa de Acción Mundial para las Personas con Discapacidad. Resolución 37/52, del 3 de Diciembre de 1982. Versión castellana del Real Patronato de Prevención y de Atención de Personas con Minusvalía de España. Edición del periódico La Voz de las personas con discapacidad de América Latina. Párrafo 45. Montevideo, Uruguay. Setiembre de 1990.

Por Alejandro Rojo Vivot - Escritor

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