APUNTES CIUDADANOS: BREVE HUMOR POLÍTICO
El autor, Alejandro Rojo Vivot, nos trae ejemplos de juegos de palabras donde el humor esta presente y no es ni de izquierda, centro o derecha, es humor, algo que algunos no siempre entienden. HUMOR, POLÍTICA Y AFINES CCCXCVI.
“Fui acusado desde la izquierda de ser un dibujante elitista. Siempre me defendí diciendo que me limitaba a poner en evidencia aquello que los distintos grupos sociales piensan y dicen los unos de los otros, más o menos en secreto”.
Landrú
En general, el humor breve contribuye a que se cumpla su cometido principal como también lo son los juegos de palabras.
Otro tanto sucede con el humor político que rápidamente se destaca de la frecuente verborragia de muchos de sus exponentes.
Aquel legislador propuso actualizar la lex talionis suponiendo ser innovador y versado.
Aquel legislador votaba leyes aunque nunca se preocupaba por saber si se cumplían.
Aquel legislador a las buenas ideas las arruinaba con sus proyectos.
Aquel legislador que carecía de intereses partidarios pues le alcanzaban los propios, que eran muchos.
Aquel legislador integraba un Bloque unipersonal y ya era mucho.
Aquel legislador agnóstico y corrupto se convirtió a una religión para así tratar de arreglar con Dios de manera directa.
Aquel legislador corrupto amparando en sus fueros de inmunidad ejerció la impunidad.
Aquel legislador no sabía cuándo se había sancionado la ley de la gravedad.
Aquel legislador quería modernizar la ley del más fuerte.
Aquel legislador estaba preparando una versión urbana de la ley de la selva.
Aquel legislador creía que el desierto de Arizona fue creado por la Ley seca estadounidense.
Aquel legislador, como último recurso, discutía acaloradamente pues en el Recinto no funcionaba la calefacción.
Aquel legislador frecuentemente decía disparates pero en la Sala de Sesiones pasaba desapercibido.
Aquel legislador de apellido Pez le decían pescado pues siempre lo agarraban por su boca abierta.
Aquel legislador exitoso nunca presentó un Proyecto.
Aquel candidato prometió que la educación mejoraría hasta el infinito y mucho más.
Aquel político sostenía “¡Bárbaros, las ideas no se matan! pues se compran o se canjean por un puesto público”.
Aquel político era capaz de prometer cualquier cosa creyendo que dejaba contento al pueblo olvidando que en el cuarto obscuro se recuerda mucho.
Aquel político se consideraba muy original pues ideas giraban 360° de las demás.
Aquel elector en el cuarto obscuro gritaba ¡fraude! pues no encontraba una boleta en blanco para cumplir así con su opción ciudadana.
Aquel ciudadano romano asistía a la representación de todas las comedias que se presentaban en el Foro, consciente que la generalización de la democracia dejaría sin letra a los humoristas contemporáneos.
Aquel estadista decía que a los caballos se los mide en la pista y a la oposición cuando son gobierno.
Aquel político honrado y coherente murió pobre como algunos pocos de sus otros colegas, que sus nombres no denominan gasoductos, represas, edificios públicos, avenidas principales, etcétera.
Aquel jubilado no tenía en claro si el Presidente había dicho que el país andaba sobre rieles o que estaba en la vía.
Aquel déspota no estaba solo, lo rodeaban millones de sus detractores.
Aquel débil tenía la fuerza del poderoso temeroso del que dirán en la prensa.
Aquel comandante arengó: “hagamos la guerra total para lograr la paz” a lo que un soldado le respondió: “logremos la paz total para erradicar totalmente la guerra”.
Aquel filósofo recordaba que el ser humano es único e irrepetible, ¡extraordinario!, como los políticos ¡por suerte!
Aquel guardia de un Parlamento ignoto se propuso dejar entrar a únicamente a las personas de bien, sin controlar a los que ingresaban por la puerta para los legisladores.
Aquel embajador, con el pecho erguido, descubrió un busto de su Presidente, en el seno de un acto diplomático.
Aquel politólogo generalmente no era proclive con los que generalizaban.
Aquel sinvergüenza ya no sabía por quién votar en las elecciones generales pues, por experiencia propia, pocos lo convencían por su honradez.
Aquel racista gobernante sudafricano prohibió el Teatro Negro de Praga.
Aquel día se reunieron los generales norteamericanos Motors y Electric con uno latinoamericano General Mente Derrocado.
Aquel militar quitó la Constitución y a los once días le dieron el retiro.
Aquel rey siempre andaba desnudo pues que por nada un rey es conde.
Aquel hombre vivía en un barrio cerrado; cerrado a las cloacas, al transporte y la iluminación pública.
Aquel fanático comunista nuca usaba su mano derecha.
Aquel extremista de izquierda se mudó a Inglaterra pues se sentía más a gusto al conducir su auto.
Aquel comunista extremo era diestro.
Aquel sindicato jamás había tenido un paro, era el de relojeros.
Aquel hombre fue tan diplomático que nunca tuvo ningún enemigo pero tampoco un amigo.
NOTA
Alejandro Rojo Vivot es autor del libro “Aquel. Humor en pocas palabras”. Editorial Dunken. Buenos Aires, Argentina. (2017).
Por Alejandro Rojo Vivot - Escritor
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