“Siempre me imaginé al paraíso como una especie de biblioteca”.

Jorge Luis Borges

Pocos son los políticos escritores que lograron desarrollarse exitosamente en ambos aspectos significativos.

Menos son los que, en sus páginas asiduamente emplearon el humor, que es un notable rasgo de la inteligencia.

Esta dicotomía es fácilmente observable, en general, sin distinción de géneros humanos ni ideología.

También están los políticos que no leen literatura de ficción desfavoreciendo su desarrollo pensamiento abstracto tan relevante en los estadistas, como los literatos que optan por quedar al margen inactivo de lo cotidiano controversial salvo expresándose públicamente en forma reactiva con poca o nula incidencia efectiva.

DISRRUPTIVO

Podría ser alguien de estos devastados y tristes años actuales con gran corrupción y pobreza, pero fue un característico habitante del Siglo XIX, también con muchas luces y sombras.

Eugenio Modesto de las Mercedes Cambaceres (1843-1889) (1) integró el “Movimiento Naturalismo”, principalmente literario, subsistiendo a la par con el “Romanticismo” y el “Realismo”, en un país en desarrollo integrándose a las demás naciones y culturas, con numerosas contradicciones, marcados sesgos elitistas, emergentes ideologías discriminatorias, demagogia populista, continuismos políticos, violencia sectorial, estructuras y normas machistas, pensamiento único, corrupción, especulación financiera, usura, enormes gastos suntuarios, acumulación de ingentes riquezas por unos pocos mientras muchos vivían indignamente en forma precaria extrema, etcétera. Casi como ahora.

Al respecto su obra escrita, “donde se detiene pellizca, hace sangrar, quema en carne viva sobre esos ejemplares recogidos del natural y fácilmente identificables por su realismo.

Entrecejo fruncido para la política (practicada aquí por ‘saltimbanquis o sea los histriones, o sea los padres de la patria’); para los profesionales, para el periodismo, para la sociedad que él traducía sobre todo las clases altas; para la propia justicia a la que apostrofa: ‘Vieja inservible, ¿qué haces con la espada en la mano?’ Tan desconcertante estampa de cuantos son responsables de la suerte del país y en especial de Buenos Aires”. (2)

En su quehacer político en general y parlamentario en particular fue otro tanto, muy alejado de lo correctamente político que le granjeó influyentes enemigos aunque siempre triunfó electoralmente, hasta que renunció a su banca y se alejó definitivamente de la arena partidaria y las pujas por el poder trabajando exitosamente en otros menesteres honradamente lucrativos.

UNA PÁGINA CENTENARIA MUY ACTUAL

“Nuestro hombre aguza el filo de su ingenio, se pone en campaña y toca todos los resortes de sus cábulas. Inquiere cuál es el lado flaco de los que han intervenido en el asunto, miembros de las cámaras, empleados, representantes del Gobierno, etc., y según el resultado de sus pesquisas, tiende sus redes y combina su plan.

Si el candidato tiene sensible la epidermis y no es hombre de tolerar impasible que lo anden manoseando, se hace chiquito y echa mano de los empeños; apela al sempiterno estribillo de la carta de recomendación que solicita de algún allegado, con el sombrero en la mano y en la que suplica se encarezca la necesidad de proteger a los amigos, miembros leales y consecuentes del partido, etc., etc.

Si, por el contrario, el sujeto en cuestión es hecho de una pieza, tipo de ésos que no se paran en pelos ni saben lo que son los escrúpulos, ¡oh! Entonces no se anda con cumplimientos; agarra el camino derecho y le hace un tiro de fondo, dejándosele caer llana y sencillamente con el brulote de tantos mil patacones porque le despache el negocio o con la risueña perspectiva de un pingüe beneficio en las utilidades de la empresa.

La cuenta es clara: el Erario paga 100; lo que se le entrega vale 10; el 90 restante se reparte entre los socios que pueden ser dos o muchos, recibir por mitades a tanto por barba, con arreglo a los riesgos que cada cual ha corrido, al contingente que ha llevado, o la importancia del capital pecuniario o industrial que ha introducido, todo lo que, traducido al lenguaje vulgar, quiere decir en plata: según la complicidad más o menos criminal de los confabulados en el robo.

¡Ah! Ustedes los de arriba, los que se mantienen puros en medio de la escandalosa perversión moral que nos invade, reflexionen un momento, piensen en la tremenda responsabilidad que los está hundiendo con su peso.

El país les va a exigir estrecha cuenta del uso que hacen del poder que con tanto ardor han perseguido.

La calumnia va a manchar de negro el nombre que llevan y, confundidos con los réprobos en el cuadro de la historia, llegarán a ser justamente maldecidos por los que vengan después.

Aún es tiempo, armen su brazo de energía, hagan un gobierno de mano de fierro con guante blanco, pero háganlo de una vez.

Tirios o troyanos, que caigan los que deban caer y que eso que anda escrito por ahí de la igualdad ante la ley y ante los jueces, deje de ser por fin una insolente mentira”. (3)

2023. EL VALOR DE LA LITERATURA DE FICCIÓN

Estas líneas luego de 140 años siguen vigentes, resurgiendo con fuerza cada tanto hasta por impulso de quienes han recibido condenas judiciales en distintas instancias y los precarios democráticos que exponen públicamente que resistirán a los apabullantes resultados electorales.

NOTA Y REFERENCIAS

Alejandro Rojo Vivot ha publicado quince artículos referidos a Eugenio Cambaceres como político escritor.

1) Hermano menor de Ciriaco Antonino Cambaceres (1832-1888) también de larga y exitosa carrera política y empresarial (co fundador y primer Presidente de la Unión Industrial Argentina, 1887).

2) Vergara de Bietti, Neomí. Humoristas del ochenta. Plus Ultra. Página 45. 27 de julio de 1976.

3) Cambaceres, Eugenio. Pot-pourri. Silbidos de un vago. AGEA. Página 65. Buenos Aires, Argentina. 2001.

Por Alejandro Rojo Vivot - Escritor