Opinión Alejandro Rojo Vivot - Escritor 12/01/2025

APUNTES CIUDADANOS: HUMOR EN ARGENTINA HACE 150 AÑOS

Alejandro Rojo Vivot realiza un trabajo de lo importante del humor en este último siglo y medio en nuestro país. HUMOR, POLÍTICA Y AFINES CDXLXXIII.

FOTO: ARV. Noemí Vargas de Bietti. HUMORISTAS DEL 80. Plus Ultra. Buenos Aires

“(Ecuador) La producción de comedia siempre será más rara de lo que uno podría imaginar. Requiere un talento especial y la aceptación del público de que hay algo para todos los gustos. Tengo la impresión de que el humor popular se expresa más en las producciones televisivas. Hoy vemos el humor político con mayor presencia en las redes sociales, pero esto, creo, es un fenómeno global. Los memes, además de comentarios ingeniosos sobre política, por ejemplo, veo más presencia en plataformas virtuales que en prensa. La caricatura era una joya que sólo se podía encontrar en un periódico o revista. Hoy vemos una proliferación de creaciones con ingenio, humor, sátira, sarcasmo, en la ‘conversación de Twitter”. (1)

 

Rodrigo Xavier Bonilla Zapata (Bonil) (1964)

 

En las ciencias sociales, con frecuencia, los investigadores aportan principalmente a sus trabajos el circunscribir el objeto de su indagación incluyendo una época, región, aspecto relevante, etcétera.

El acotar el campo de acción contribuye en mucho a la profundización y, por ejemplo, a las posibilidades de concretar exitosamente el cometido.

Además, la metodología diseñada específicamente puede, en bastantes oportunidades, ser aplicada a otros casos aunque, a veces, al intentar trasvasarla resulta poco efectiva.

UN VALIOSO APORTE

La prolífera y multipremiada autora Noemí Vergara de Bietti (1914-1988) reunió una serie de ensayos sobre algunos célebres escritores argentinos que aportaron significativas páginas al humor durante la década de 1880.

Es un trabajo principal para conocer y comprender metodológicamente una significativa porción histórica que tanto gravitó en la consolidación y desarrollo del país, con sus luces y sombras.

“La generación del 80 sintió la gravitación de los humoristas ingleses y franceses, mezclados siempre con el inequívoco acento local, a veces diferenciado por muy sutiles matices entre el corte ciudadano y el de tierra adentro. Inglés con Wilde, el más exótico de los nuestros fue, con Bartolito Mitre, de caricaturescos perfiles criollos; con López malicioso y pícaro, para mostrarse con fuerte raíz francesa y ciertos ribetes de humor negro en Cambaceres. Aunque algo posterior, cierra el ciclo José S. Álvarez, ‘Fray Mocho’, tan penetrado del espíritu inquieto, progresista, emotivo y socarrón que definió esta generación de grandes humoristas. Las figuras escogidas, las cuatro primeras acaso menos recordadas que las de Lucio Mansilla y Miguel Cané –circunstancia que hace no incluirlas en este ensayo- poseen dentro de la apuntada diversidad de rasgos, el espíritu que de la versión de humorismo da el diccionario. Litré: ‘palabra inglesa que significa alegría de imaginación y vena cámica’, pudiendo agregarse: sazonada en este ambiente con su pizca de ternura y algo de nuestra reconocida picardía nacional”.

CUATRO PILARES

a) Eduardo Wilde, (1844-1913) de gran desarrollo como literato, estuvo activamente inserto en la vida política y social de su época, granjeándose airados detractores y destacados admiradores.

“Expresión cabal, casi arquetipo de esa generación del 80 liberal, avanzada, que gustó de los juegos de ingenio y del brillante chisporroteo verbal, que los convirtió en humoristas al escribir, adoptó una filosofía existencial atrayente y ligera, poseyó acentuada sensibilidad y amplísima cultura; gran viajero trajo de evolucionados lugares, en especial de Europa, el hálito fecundo para el pensamiento y las formas de ser argentinos, denunciadores de una anacrónica vigencia colonial, signada por la chatura y la ignorancia, a las cuales se sumaba el más torpe mercantilismo, una avidez de dinero verdaderamente cartaginesa en la burguesía y en ese tipo de emigrantes que aspiraba a hacer rápido América”.

b) Lucio Vicente López, (1848-1894) abogado, político, escritor, periodista, crítico teatral y, entre otras varias característica, un enjundioso analista de su época: “Pertenecían a una de esas familias burguesas, buenas pero incómodas, madrugadoras como los gallos, sordas a la música y ciegas ante una tela de Bodmer (Karl), yo no conozco tormento mayor que soportar el teatro diario de las gentes opacas. Es que esas gentes, en la obesidad intelectual con que ruedan cómodamente por el mundo, no nos dejan agarrarnos y a pesar nuestro, tenemos que rodar con ellos. (…) Exacto como un itinerario inglés, metódico como una hermana de caridad y de una honradez tan cuadrada que rayaba en fastidioso e insoportable. Era un hombre de pulpa, un ser refractario a la moda, al arte, a la delicadeza maliciosa, que es lo único con que se interpreta y cautiva el corazón de las mujeres distinguidas. Además amaba un poco el dinero: respetaba profundamente las piezas de veinte francos, como si fueran seres superiores; miraba de igual modo el busto de la República y tenía desprecio altanero por las de diez céntimos”.

c) Bartolomé Mitre y Vedia (Bartolito), (1845-1900) prolífero como exitoso periodista, escritor, humorista, político y algunos etcéteras.

Su autobiografía “Autotipia”, escrita por encargo, contribuye en mucho a conocerlo de primera mano: “Nací en la Nueva Troya, cuya fama de heroica proclamó su ilustre compatriota Alejandro Dumas y donde aprendió Garibaldi a libertar pueblos con cuatro gatos. (…)

Con mi escaso bagaje escolar me lancé a cuerpo perdido en el mar de la vida, y fui versista, cronista, comisionista, martillero, traductor, cónsul, diplomático, soldado, maestro de escuela, pescador, fondero, autor de libros y de otras cosas, redactor y director de diarios, lector por sesiones, acusador y acusado alternativamente en cuestiones que no me llevaban un pito en la parada y en las que me pusieron de oro y azul; miembro de cien comisiones en las que no se ganaba más que dolores de cabeza; revolucionario sin tajada y empleado público, que es lo único que me pesa”. (2)

Cabe recordar que fue un fiel exponente de su generación, con una variada y amplia formación que incluyó conocer cabalmente seis idiomas, con frecuente ejercicio del humor generando gran interés entre sus contemporáneos.

Cabe recordar que amparado en sus seudónimos Claudio Caballero y Argos con frecuencia también publicó sus múltiples y atrapantes artículos.

Durante años escribió su muy leída y comentada sección “A la pesca de noticias”.

d) José S. Álvarez Escalada (Fray Mocho). (1858-1903). Es imprescindible su lectura de sus numerosas páginas humorísticas que con tanto detalle describen y señalan perspicazmente muchas de las costumbres, fortalezas y debilidades de los arquetipos que retrató magistralmente, tantos de ámbitos urbanos como rurales.

Encontramos criollos y migrantes, como su lento y profundo entrevero frecuentemente expresado en cocoluche que de por sí convoca a sonrisas, en una época donde el mérito personal y el trabajo fueron respetados muy alejados de la políticas facilistas derrochando el dinero de los contribuyentes.

Sus párrafos son pinceladas históricas que fueron nutrientes de miles de lectores que se afanaron por conocerlas aún cuando olían a tinta fresca.

El constante empleo de seudónimos multiplicó las fuentes veladas que le permitieron decir muchas verdades amparado en el picaresco humor que, a veces, molestaba a algunos fácilmente reconocidos en las certeras caricaturas literarias deleitando, al mismo tiempo, a los que se regocijaban adquiriendo los ejemplares publicados sin velados subsidios estatales con los dineros de los contribuyentes.

“La serie de cuentos, de habitual breves brochazos o rápidas semblanzas de la sociedad porteña de entonces. Aquí sí se reconoce al singularísimo costumbrista, al observador agudo y original que narra con gran verismo psicológico, con admirable flexibilidad plástica, en un lenguaje pintoresco donde el habla de los bajos fondos porteños funde el lunfardo al cocoliche, para cobrar modalidades pretensiosas, salpimentadas de extranjerismos –en especial galos-, cuando quienes dialogan pertenecen a las clases altas o a la media que busca imitarlas”. (3)

 

NOTAS Y REFERENCIAS

El destacado mexicano jurista, escritor y especialista en humor de reconocimiento nacional e internacional, Ricardo Guzmán Wolffle, (1966) publicó un análisis crítico del libro de humor de Alejandro Rojo Vivot “Aquel”.

https://open.spotify.com/episode/1qTHQVqvrLLBhjEB5YMHnC

 

1) Bonil. Humores del Mundo. Ecuador. Bonil. Entrevista de Osvaldo Macedo de Sousa. Boletín Humor Sapiens. Chile. Noviembre de 2024.

2) Paginas Serias y Humorísticas. La Nación. Buenos Aires, Argentina. 1909.

3) Vergara de Bietti, Noemí. Humoristas del ochenta. Plus Ultra. Páginas 17, 18, 21, 22, 65 y 101. Buenos Aires, Argentina. 27 de julio de 1976.

Por Alejandro Rojo Vivot - Escritor

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