CARTAS ORGÁNICAS: CIUDADES CABALMENTE INCLUSIVAS
La discriminación aún en el siglo XXI es muy amplia generando menoscabos inauditos y aberrantes y es muy importante la participación ciudadana para poder modificar esto. En la Provincia de Salta, parte de la comunidad de Apolinario Saravia está impulsando para que en 2025 logre su Carta Orgánica. Santa Cruz sigue siendo la única Provincia de Patagonia que aún no tiene ninguna ciudad está herramienta. Por Alejandro Rojo Vivot.
“La cultura es la llave maestra que hace felices a los pueblos”.
José de San Martín (1778-1850)
2025. Santa Cruz sigue siendo la única Provincia de Patagonia donde todas sus ciudades habilitadas constitucionalmente a poseer sus respectiva carta orgánica que no la tienen y por ende disfrutar.
1957. La Constitución original sabiamente estableció el derecho que hasta hora sigue ninguneado, rodeado de un clamoroso silencio por parte de gran parte de la comunidad.
Por caso, en la Provincia de Salta, parte de la comunidad de Apolinario Saravia está impulsando para que en 2025 logre su Carta Orgánica. (El Tribuno, 1 de diciembre de 2024).
ADENTRÁNDONOS
Según las Naciones Unidas, aproximadamente, el 10% o el 15% de la población tiene algún tipo de deficiencia. Estudios más recientes han estimado esa proporción hasta en un 17%. Al respecto hay que sumar a sus familias lo que significa que, por lo menos, un 25% de los seres humanos están involucrados en este grupo aunque lejos está de ser homogéneo.
La discriminación aún en el siglo XXI es muy amplia generando menoscabos inauditos y aberrantes.
Pasan las décadas y el problema de fondo continúa: los prejuicios focalizados en los individuos con discapacidad y sus consecuencias nefastas como la marginalidad social.
Desarrollo por separado: predominan acciones que segregan como las políticas de discriminación encubierta o explícita.
Es fácil observar la preponderancia de quienes se limitan a la verborragia y nada hacen, mientras se acrecientan los pasivos que creen que los vientos cambiarán algún día por sí solos y los complacientes que callan ante actos de discriminación como el negar la educación inclusiva a las personas con discapacidad.
UN PUNTO FOCAL
El término cultura proviene del latín y nos remite a cultivo, es decir como el producto de la intervención humana en la naturaleza. En otras palabras, cultura es, siempre, el resultado de la intervención del ser humano, de ahí su profundo valor pero, al mismo tiempo, la evidencia de que puede ser modificado por la voluntad de los actores y que nunca es una cuestión que arbitrariamente ha de menoscabar a nadie bajo ninguna circunstancia. Téngase muy presente esta peculiaridad pues, frecuentemente, relacionamos a lo cultural con lo que es de muy difícil modificación, casi como una cuestión inalcanzable.
Sobre cultura se ha escrito muchísimo y son tantas sus definiciones que, de compilarlas conformaríamos un extenso documento. Por otro lado, posiblemente podríamos estar varios días reflexionando sobre el tema que nos ocupa y, quizá, hasta nos costaría ponernos de acuerdo.
La cultura, de alguna manera, siempre es construida por el ser humano, de ahí que, a veces, se la define como todo producto resultante de la intervención de algún miembro de la comunidad, de una parcialidad de la misma o de todos en su conjunto.
UN APORTE
Jean Jacques.Rousseau (1712-1778) explicó que “la cosa pública” es regulada por leyes de tres distintos tipos; pero incluye una más de principal envergadura: “hay que agregar una cuarta, la más importante de todas, que no se graba ni en el mármol ni el bronce, sino en el corazón de los ciudadanos, la que forma la verdadera constitución del Estado, y que adquiriendo día a día da nuevas fuerzas, reanima o suple a las leyes que envejecen o se extinguen; que conserva en el pueblo el espíritu de su intuición y sustituye insensiblemente la fuerza de la costumbre a la autoridad. Hablo de usos, de costumbres, y sobre todo de la opinión, parte desconocida para nuestros políticos, pero de la cual depende el éxito de todas las demás leyes; parte de la cual se ocupa en secreto el legislador mientras parece limitarse a confeccionar reglamentos particulares que no son sino el arco de ese edificio, cuya inamovible llave constrúyenla lentamente las costumbres”. (El contrato social. Bureau Editor. Página 44. Buenos Aires, Argentina. Septiembre de 1999.)
ADEMÁS
Las costumbres y los valores predominantes influyen de sobremanera en las relaciones personales y de la sociedad en su conjunto.
En la medida que se generalizan las condiciones de equiparación de oportunidades y las personas con deficiencias ejercen su derecho a vivir normalmente en su comunidad de pertenencia, la cultura predominante va modificándose e incorporando otros elementos que conducen plásticamente a una sociedad que se caracteriza por la diversidad humana. Desde luego que la inversa también es un proceso válido y mucho más factible.
En síntesis, el desarrollo cultural se puede medir por la riqueza de su diversidad y su creativa interrelación.
Así mismo también podemos tener puntos de vista en común en lo que respecta a que los valores culturales interjuegan en lo personal y en lo gregario, influyéndose mutuamente y que los cambios, indudablemente, transitan por ambos carriles aunque llega un momento en que la cuestión es de cada uno frente a sí mismo y la sociedad (los otros). Recordemos que, en definitiva, las comunidades están conformadas por hombres y mujeres de carne, huesos y sangre.
En cada comunidad se va conformando dinámicamente patrones culturales que interactúan como un andamiaje donde los más dispares actores desarrollan su vida cotidiana y, la sociedad, va desenvolviéndose en su conjunto.
Así se va estableciendo la cultura predominante, que implícita y explícitamente, influye en las relaciones personales, las acciones institucionales y, muchas veces, en los aspectos íntimos, los valores acatados genéricamente, etcétera. Esta cultura oficial tiende a acartonarse y a excluir todo intento de diferenciación. Al respecto recordemos lo expresado por Oscar Wilde (1854-1900): “Más de la mitad de la cultura moderna procede de lo no debería leerse”.
RECORDANDO
La redacción y cumplimiento de las cartas orgánicas con la participación activa y formada de los vecinos contribuye decididamente al desarrollo democrático de las comunidades.
Otra alternativa es seguir con sistemas donde predomina el continuismo de unos pocos, el gatopardismo para que algo cambie para que nada se modifique significativamente, la inclusión social queda relegada como hace mucho, etcétera.
La decisión está en cada uno.
NOTA
Alejandro Rojo Vivot es Columnista permanente de Humor Sapiens. (Español e inglés). Chile. (2024).
Por Alejandro Rojo Vivot
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