Más tolerantes y con territorios más chicos: cómo los pingüinos cambiaron el comportamiento de los pumas
En entrevista con FM Dimensión el investigador Emiliano Donadío brindó los detalles de un estudio publicado en una prestigiosa revista científica, que documentó un fenómeno poco esperado en el Parque Nacional Monte León. Algunos pumas comenzaron a cazar pingüinos de Magallanes durante la temporada reproductiva. El hallazgo no solo abre una ventana sobre nuevas estrategias de alimentación, sino que muestra cambios en la tolerancia social del puma, en su uso del territorio y en el vínculo ecológico entre el océano y la estepa patagónica.
En la costa atlántica, el Parque Nacional Monte León se convirtió en escenario de una interacción singular entre dos especies, el puma y el pingüino de Magallanes, que durante mucho tiempo, parecían pertenecer a mundos separados.
Emiliano Donadío (Explorador de National Geographic y Director Científico de Rewilding Argentina) documentó que algunos pumas comenzaron a depredar pingüinos durante la temporada reproductiva de las colonias, un recurso abundante y altamente concentrado que terminó modificando conductas típicas de un felino considerado solitario.
El trabajo se titula “A Marine Subsidy Reshapes the Ecology of a Large Terrestrial Carnivore” (“Un subsidio marino reconfigura la ecología de un gran carnívoro terrestre”). Se basó en cuatro años de recolección de datos de GPS y de observación a través de cámaras trampa.
El equipo capturó y monitoreó 14 pumas adultos y utilizó una red de cámaras para estimar densidad y evaluar comportamiento, en un estudio conjunto entre UC Berkeley, Rewilding Argentina y otros organismos, con apoyo de Parques Nacionales.
El contexto histórico que explica el fenómeno
En la entrevista con FM Dimensión, Donadío propuso mirar el fenómeno desde una perspectiva histórica. Explicó que, durante gran parte del pasado, los pingüinos “no solían aventurarse en el continente” y se reproducían principalmente en islas. El cambio se vincula con la persecución y erradicación de depredadores (pumas y zorros) en amplias zonas de Patagonia tras la colonización europea, lo que permitió que las colonias de pingüinos prosperaran en costas continentales.
Con el paso del tiempo, y especialmente en las últimas dos décadas, la presión sobre el puma disminuyó en varios territorios y eso favoreció su recuperación. En Monte León, la creación del parque (sobre una antigua estancia costera) fue clave para la restauración de la fauna nativa. El puma “volvió” y se encontró con una oportunidad alimentaria que, según Donadío, “en tiempos históricos no tenían”.
“Los pumas se encontraron con una colonia de 40.000 parejas de pingüinos, que ahora son parte de su alimento”, afirmó el investigador.
No cambian los pingüinos, cambian los pumas
Aunque el sentido común sugiere medir el efecto del depredador sobre la presa, Donadío sostuvo que la principal sorpresa del estudio fue exactamente la inversa.
“Uno pensaría que lo que teníamos que evaluar era el impacto de los pumas sobre los pingüinos, pero lo que encontramos es que el impacto es de los pingüinos sobre los pumas”, explicó en el programa A Diario
De acuerdo al análisis presentado, la colonia de pingüinos se mantuvo estable aun con niveles de depredación importantes, respaldada por conteos realizados desde 2004. “A pesar de estar sufriendo… se mantiene estable a lo largo de los años”, afirmó Donadío, y agregó que “los que cambiaron fueron los pumas”.
El estudio encontró que solo algunos pumas del parque incorporaron pingüinos a su dieta, pero en esos individuos se observaron transformaciones conductuales consistentes.
“Se muestran mucho más tolerantes hacia otros pumas, interactúan mucho más… y además presentan movimientos mucho más acotados y territorios más chicos”.
En términos científicos, el trabajo también reportó que los pumas que se alimentaron de pingüinos interactuaron hasta cinco veces más que aquellos que no lo hicieron, y que el recurso “ancló” a los felinos a áreas de movimiento más pequeñas durante la temporada reproductiva (septiembre a marzo).
Qué pasa cuando los pingüinos se van
Otra pregunta abordada en la entrevista fue si esa disponibilidad abundante podría “ablandar” al depredador. Es decir, volverlo menos apto para capturar presas más esquivas como el guanaco. “La respuesta es no”, aseguró Donadío.
Según explicó, cuando los pingüinos migran y abandonan la colonia, los pumas vuelven a cazar guanacos y sus movimientos retornan a patrones similares a los de los pumas que no consumen pingüinos.
Incluso, adelantó que están trabajando en nuevos resultados que muestran un efecto llamativo. “El riesgo para un guanaco de ser atacado por un puma se incrementa muchísimo una vez que los pingüinos dejan Monte León”.
Durante la presencia estacional de pingüinos, agregó, los pumas que los consumen “cazan un poco menos” guanacos, pero no dejan de hacerlo, lo que refuerza la idea de una dieta flexible, no excluyente.
El “Surplus killing”
La entrevista también se detuvo en una inquietud frecuente cuando se observa depredación en colonias reproductivas. Si los pumas matan más de lo que consumen.
Donadío aclaró que existe un concepto técnico para esos episodios. “En inglés se llama Surplus killing, es como matar de más”, aunque remarcó que son “eventos bastante infrecuentes”.
Sobre el nivel de depredación, señaló que cuentan con estimaciones aproximadas. “Es alrededor de dos pingüinos por día”, pero enfatizó que se trata de solo algunos pumas, no de toda la población del parque.
Sostuvo que hasta el momento “los pingüinos pueden tolerar esos niveles de depredación” y citó que entre 2004 y 2017 la colonia habría crecido cerca de un 20%.
Nutrientes marinos en el ecosistema terrestre
Más allá del comportamiento animal, el estudio abre una discusión ecológica más amplia: el vínculo entre mar y tierra. La investigación científica publicada explica que cuando los pumas cazan pingüinos, están incorporando nutrientes que provienen del océano, ya que el pingüino se alimenta en el mar y luego vuelve a tierra con esa “energía” acumulada.
En la entrevista con FM Dimensión, Donadío describió el mecanismo. Dijo que “cuando los pumas matan pingüinos, se descompone en la tierra y esos son nutrientes que van a usar las plantas terrestres pero que provienen del mar”. Es ahí que el puma se convierte en “una suerte de vínculo entre el mar y la tierra”.
Hacia el final de la entrevista, Donadío propuso una lectura “de sistema” sobre lo observado en Monte León. Señaló que hablar de “beneficioso” o “perjudicial” suele ser una mirada humana, y que lo que se ve en el parque es un ecosistema en recuperación, donde “las interacciones que alguna vez se perdieron… están volviendo a restaurarse”.
Para el investigador, la creación del Parque Nacional Monte León se consolidó como un caso de restauración ecológica. El retorno del puma, su vínculo con presas nativas como el guanaco, y ahora esta interacción novedosa con los pingüinos, muestran cómo los ecosistemas responden cuando se recuperan especies clave.
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