CARTAS ORGÁNICAS: APORTES CIUDADANOS

“No busquemos solemnes definiciones de libertad. Ella es sólo esto: responsabilidad”.

 

George Bernard Shaw (1856-1950)

 

Mejorar la calidad de la democracia es posible con el aporte de la población. En ese sentido, las cartas orgánicas redactadas y cumplidas cabalmente con el involucramiento de la gente son instancias fundamentales.

POR CASO

Veamos algunas cuestiones principales referidas a la participación ciudadana entendiéndola como una decisión:

 

·         autónoma

·         voluntaria y, en algunos casos, obligatoria (1)

·         individual o grupal (2)

·         circunstancial o prolongada

 

por la cual, cada persona, se involucra activa e institucionalmente (3) en acciones y procesos públicos convocados formalmente y con la debida antelación, ya sean en cuestiones específicas como generales, para:

 

·         informarse

·         expresar opiniones

·         formular propuestas

·         monitorear

 

incidiendo en las decisiones del conjunto, en la formulación y seguimiento de las políticas públicas y, eventualmente, en el accionar de quienes tienen la responsabilidad primaria de la administración de los recursos públicos encuadrados en las normas generales y específicas.

El involucramiento puede ser:

 

·         activo originario o reactivo

·         convocado formalmente por un poder público o por iniciativa ciudadana y, en algunos casos, solamente por el cuerpo electoral como la revocatoria de mandato

·         cíclicas como el presupuesto participativo (PP) (anual) o eventuales (audiencias públicas).

 

En cuanto a las competencias de los tres poderes, por ejemplo sin que los mismos sean exclusivos ni excluyentes salvo en algunos casos:

 

·         Legislativo (Iniciativa Popular, Doble Lectura, Banca del Vecino, Audiencia Pública)

·         Ejecutivo (Presupuesto Participativo, Consulta Popular, Referéndum, Audiencia Pública)

·         Judicial (Audiencia Pública, Junta Electoral con integración de electores habilitados específicamente, Juicio por Jurados).

Más adelante profundizamos esta cuestión.

TAMBIÉN

La participación ciudadana tiene diversos grados de complejidad y de riqueza; en tal sentido y esquemáticamente:

 

·         interviene un solo instituto sin haber empleado necesariamente ninguna herramienta como el derecho al acceso a la información, eventualmente la Banca del Vecino para hacer un reclamo

·         son imprescindibles varios institutos concatenados como la revocatoria del mandato que incluye una etapa previa de recolección de adhesiones cuyo piso varía según las jurisdicciones y culmina con un referéndum.

Existen políticos que procuran restringir el involucramiento popular dificultando los procesos.

Cabe señalar que difícilmente la ideología puede ser un factor determinante en la participación ciudadana, aunque sí:

 

·         favorecedor en cuanto a visiones democráticas pluralistas y republicanas

·         desfavorecedor cuando prevalece una perspectiva autoritaria y una estrategia con sesgo hegemónico como el impulsado como pensamiento único.

Asimismo es dable puntualizar que, semánticamente, la participación es integrar el todo mientras, por caso, la militancia como la realizada un partido político o grupo religioso es siempre sectorial pues se es miembro de una parte.

Se basa principalmente, entre otras cuestiones, en la racionalidad a diferencia de cuando lo fundamental es la pasión, aunque pueda intervenir en algún plano.

En la concentración en la “Plaza de los Dos Congresos”, Buenos Aires, 8 de marzo de 2024, una parte significativa de quienes participaron lo hicieron con identificaciones partidarias cuando la actividad era libre y pluralista.

ADEMÁS

Otro asunto interesante de subrayar es que la participación ciudadana es posible ejercerla por la propia voz mientras que, por ejemplo en Argentina, para ser candidato a un cargo electoral casi siempre es requisito primario ser presentado por un partido político (4) y nunca en forma independiente.

En los regímenes autónomos locales con cartas orgánicas podrían presentar otras alternativas aunque, de hecho, todavía esa posibilidad lejos está de ser ejercida por los partidos políticos pues observan que, posiblemente, podrían ver menguada su razón de ser y su capacidad de acción.

POR OTRO LADO

Es dable equiparar a la participación ciudadana voluntaria al fenómeno de la vocación entendida en su concepción etimológica: llamado (vocare, latín) que impulsa en algún sentido definido; recordando que no todo individuo la reconoce como tal o lo hace en algún momento que algunos lo podrían, inadecuadamente, definir de tardío. La participación ciudadana obligatoria está relacionada con el cumplimiento de los derechos y obligaciones como los actos comiciales, referéndums, etcétera.

Asimismo, es oportuno puntualizar que las distintas sociedades de pertenencia pueden ser más o menos proclives al involucramiento de la población ya sea porque los poderes públicos la promueven y facilitan o que existen organizaciones de la sociedad civil que lo impulsan; o ambas situaciones. También la inversa ya que es medianamente frecuente el desaliento expreso o tácito, por lo que deben ser tenidos en cuenta al respecto como un sinfín de variantes de factores intervinientes. Desde luego que la formación familiar, la educación regular en todos sus niveles y modalidades, los medios de comunicación, entre otros, influyen de una u otra manera.

Con dispares resultados hay experiencias de promoción del involucramiento ciudadano a partir de la pertenencia a grupos etarios como: Presupuesto Participativo  Juvenil, Consejo de la Tercera Edad, etcétera, aunque se agrupan en los sectoriales mientras que los demás son universales o generales ya que para sumarse no se exige pertenecer a un sector determinado.

Por otro lado, aunque quizá con una mediana intensidad decreciente, una parte de los políticos profesionales y algunos de sus seguidores conciben íntimamente, aunque no lo manifiesten públicamente, a la participación ciudadana como competencia desleal y apócrifa de la actividad de las organizaciones partidarias y de los representantes y autoridades electas por el conjunto. También, frecuentemente, observan de estas prácticas y la democracia semidirecta en general, en definitiva, que medrando del poder otorgado por el pueblo pretenden carcomerlo. Esto se aprecia claramente en el asiduo ninguneo (Octavio Paz, 1950) (5) en tal sentido y estableciendo requisitos como altos mínimos de preferencias o tachas para modificar las listas sábanas, imponiendo horarios y días que difícilmente los que trabajan, estudian, etcétera puedan mantener una asistencia suficiente en, por ejemplo, en la elaboración colaborativa de normas, etcétera.

Cabe resaltar que es muy difícil encontrar una evidente crisis institucional de gravedad generada por el desarrollo del algún proceso participativo, además, en algunos casos, existen restricciones como la posibilidad de presentar un proyecto de ley a través de la Iniciativa Popular para establecer la necesidad de un reforma constitucional, modificar el Presupuesto, etcétera. Los temores antedichos tienen claros anclajes en una forma de hacer política, ya bicentenaria, más que a incompetencias o efectivos problemas de la democracia participativa.

Tampoco es pertinente, por lo menos con base científica, delinear perfiles que reúnan características que permitan determinar, con cierta precisión, las condiciones necesarias para que un sujeto sea o no activo en cuanto a su participación ciudadana. Y es importante evitar confundir alguna circunstancia que impulse a personas a sumarse proactivamente a la búsqueda de soluciones de interés público con que se han establecido patrones de participación ciudadana.

De esta manera queda claramente circunscripto el fenómeno descripto dejando para otro análisis, por caso, las protestas en espacios públicos con o sin consignas consensuadas, etcétera, que, frecuentemente son emergentes populares anónimos o alentados por grupos partidarios opuestos a los circunstanciales oficialismos, por el descreimiento de la efectividad de las instituciones democráticas, por la crisis de representatividad de los partidos políticos o, eventualmente, por algún hecho de alto impacto, más allá que sean relativamente efímeras o circunstanciales aunque, a veces, influyen en ciertas decisiones públicas. De alguna manera o de otra, en forma abierta o velada, directa o indirectamente, existen promotores, aliados que alientan y otras instancias o agentes que intervienen en los procesos; inclusive, por ejemplo, ha habido partidos políticos, organismos públicos y sectores privados que explícitamente han adherido y financiado como las concentraciones reclamando modificaciones a determinada legislación, exteriorizaciones: cacerolazos, apagones, acampes en espacios públicos, piquetes, escraches, vigilias, interrupción de la libre circulación de personas y vehículos, marchas como las de los pueblos originarios, asambleas auto designadas como soberanas, etcétera.

 

NOTAS

Alejandro Rojo Vivot ha dado conferencias en varias ciudades de Bolivia.

1) Elecciones de autoridades y representantes, referéndums.

2) En las audiencias públicas, algunos consejos específicos, banca del vecino, entre otras, se puede participar en representación explícita o estatutaria de grupos formalmente constituidos como las agrupaciones empresariales, de consumidores, ambientalistas, etcétera.

3) Formalmente establecidas y regladas legalmente.

4) La mayoría de las cartas orgánicas partidarias estipulan que para ser candidato es necesario estar afiliado aunque algunas contemplan lo que se denomina extrapartidario. Cuando se realizan alianzas electorales lo antedicho, en principio, se diluye ya que el candidato puede ser de otro partido o que no esté afiliado a ninguno.

5) El ninguneo es el artificio autoritario de decidir que alguien es nadie, evitando así, por ejemplo, replicar con fundamentos a un individuo o grupo que se manifestó disintiendo, menoscabando al otro, eliminando al portador de un mensaje incómodo o, más bien, que incomoda.

Por Alejandro Rojo Vivot - Escritor