CARTAS ORGÁNICAS: LA CORRUPCIÓN Y LOS CIUDADANOS

“Todo hombre de negocios que se preciara debía luchar contra las intervenciones del gobierno: protestar por las restricciones impuestas por los administradores gubernamentales, temer a los recaudadores de impuestos y desconfiar de los políticos”. (1)

Morris West (1958)

Por suerte, cada vez con mayor intensidad, estamos siendo más conscientes de la gravedad de la corrupción en algunos miembros de los poderes públicos y cómo esa perversa práctica, en ciertas oportunidades, se extiende a otros sectores de la comunidad.

Por suerte, también sabemos que, la impunidad es la causa necesaria para que las prácticas corruptas queden ocultas y se fortalezcan.

Por suerte, cada vez con más claridad, la población observa que es posible trabajar con el fin de evitar que esta situación se mantenga y, lo que es peor, se acreciente.

Por suerte, y a las pruebas nos remitimos, la participación activa de la ciudadanía en los asuntos públicos contribuye en mucho a contrarrestar los actos de corrupción.

Por suerte, las cartas orgánicas y otras normas locales contribuyen mucho a contrarrestar eficientemente a la corrupción.

Por suerte, no nos cabe la menor duda que la verdad debe primar en todos los órdenes de la vida, muy particularmente en donde los intereses son públicos.

Por suerte, indudablemente que el acrecentar la calidad de la democracia donde la honestidad es un valor cultural predominante influye en mucho a disminuir las posibilidades del accionar de los que sustentan su cometido en el clientelismo y la demagogia.

Desde luego que un sistema judicial transparente, autónomo y con la capacidad de gestión adecuada y suficiente es una de las herramientas con que contamos para que, en democracia de calidad, podamos vivir sin el flagelo de la corrupción.

ADEMÁS

El acceso de la ciudadanía a la información general, y, en algunos casos, específica, de los poderes públicos permite favorecer el ejercicio transparente de los asuntos que son de interés de todos. Es más, sin ese acceso público a la información no es posible el desarrollo de la vida democrática.

En este sentido recordemos lo que escribió en el 2004 el Premio Nobel de Literatura José Saramago: “El ministro tendrá sus razones, los ministros las tienen siempre, y nunca las explican. El comisario intervino, No os canséis discutiendo, la mejor actitud es la de no pedir explicaciones y, en el improbable caso de que las den, dudar de ellas, casi siempre son mentiras”. (2)

La libertad de prensa y que los órganos periodísticos no dependan exclusivamente o casi del financiamiento por parte de los poderes públicos, contribuye en mucho a que los actos de corrupción y que, llegado el caso, sean puestos en evidencia.

Desde luego que la solución de fondo es que los recursos del Estado destinados a la publicidad oficial deben ser administrados en forma ecuánime y transparente, respaldada por una legislación atinente.

En este sentido el periodista Pablo Perantuono (1971) puntualizó con respecto a su profesión en Argentina: “como el pesado desplazamiento de un iceberg antártico, el avance es lento, casi imperceptible, pero sostenido y metódico. Las aguas –las de la prensa, las de la sociedad- se agitan preocupadas ante un gigante que pretende volverse incuestionable.

Durante los años ’90, el periodismo vernáculo se convirtió, con sus investigaciones y denuncias, en una piedra en los zapatos del poder político. Cientos de casos de corrupción estallaron en la cara de la opinión pública. Alumbrados por una proliferación de crónicas y libros que, muchas veces, derivaron en renuncias y hasta en detenciones de funcionarios, y sirvieron para revelar la cara oscura de la política”. (3)

También es cierto que, a través de los medios de comunicación, es posible la manipulación en procesos de formación de la opinión pública; esto lo saben muy bien quienes procuran, de cualquier forma, influir distorsionando las situaciones más diversas o como una manera espuria de alcanzar sus metas aunque se use la peor de las mentiras: la verdad a medias.

En este orden de ideas Erle Stanley Gardner, en 1946, le hace afirmar a su personaje Perry Mason: “¡Tonterías! Lo que se imaginan es que encontrarán alguna cosa perjudicial para Diana que pueda servir de alimento a los periódicos. No podrían obtener nada del material admitido como evidencia, y lo saben, pero podrán transmitírselo a los reporteros y dejar que éstos se apresuren a esparcirlo en sus hojas. De este modo, cuando la muchacha comparezca en el juicio, los jurados recordarán todo lo que han devorado en los diarios. Se trata de una vieja treta policial destinada a impresionar al jurado con hechos que no podrían presentar como evidencia de acuerdo a las normas judiciales”. (4)

OTRO EJEMPLO DE LA FICCIÓN LITERARIA

Jorge Amado inicia su obra publicada en 1984, propia de su madurez creativa, relatando con fina ironía: “Las conmemoraciones de los setenta años de la fundación de Irisópolis y de los cincuenta de su elevación a ciudad, cabeza de comarca y sede de municipio, alcanzaron cierta repercusión en la prensa del sur del país. Si para ello el dinámico Alcalde gastó una suma elevada, no es merecedor de crítica: todo cuanto se haga por divulgar la excelencia de Irisópolis, el pasado de epopeya, el presente de esplendor, merece aplausos y elogios. Además de las notas pagas, los diarios de Río y de San Pablo divulgaron algunas noticias sobre los principales acontecimientos que dieron brillo a los festejos, y destacaron las ceremonias, ambas solemnes, de la inauguración de los bustos del coronel Prudencio de Aguiar y del doctor Ignacio Pereira, erguidos uno en cada plaza, la de la Alcaldía y la de la iglesia parroquial. (...)

En sus textos conmemorativos, literatos, políticos y periodistas omitieron casi siempre el nombre primitivo del pueblo; razones obvias lo relegaron al olvido. Antes de ser Irisópolis, fue Tocaia Grande (Emboscada Grande)”. (5)

EN FOCO

Una primera conclusión es que, a la corrupción es posible destronarla con la fuerza suficiente como, por caso, difundiendo los hechos a través de los medios de comunicación social como si fuera la honda de David contra Goliat. Quizá la peor alternativa es suponer que poco se puede hacer contra la generalizada corrupción ya que, indudablemente, es mucho lo posible de revertir sobre todo cuando se parte que esa práctica es aberrante y denigra a la condición humana además de contribuir decididamente a acrecentar la degradación de la calidad de vida de la población.

Lo mejor para la corrupción es que los que no la practican no hagan nada.

Y LAS DÉCADAS PASAN

¿Por qué en la Provincia de Santa Cruz es la única jurisdicción patagónica con ninguna ciudad con su respectiva carta orgánica, según la Constitución de 1957? Y un gran silencio al respecto.

NOTA Y REFERENCIAS

Alejandro Rojo Vivot en varias oportunidades, especialmente invitado, brindó talleres y conferencias en Comodoro Rivadavia, Provincia del Chubut, Argentina.

1) West, Morris. Petróleo diabólico. Plaza & Janés. Página 82. Barcelona, España. 1994.

2) Saramago, José. Ensayo sobre la lucidez. Alfaguara. Página 364. Buenos Aires, Argentina. Abril 2004.

3) Perantuono, Pablo. Periodistas en la mira del poder. Revista Noticias. Año XXI N° 1369. Página 30. Buenos Aires, Argentina. 22 de marzo de 2003.

4) Stanley Gardner, Erle. El caso de la rubia del ojo amoratado. Librería Hachette. Página 91. Buenos Aires, Argentina. 31 de diciembre de 1947.

5) Amado, Jorge. Tocaia Grande. EMECÉ. Páginas 13 y 14. Buenos Aires, Argentina. Septiembre de 1985.

Por Alejandro Rojo Vivot - Escritor