CARTAS ORGÁNICAS: EXPONIENDO EN PÚBLICO DEMOCRÁTICAMENTE

“Toda mi atención suelo fijarla siempre en hacer algún bien con mis discursos, y si esto no lo consigo a lo menos en no hacer ningún mal”. (1)

 

Marco Tulio Cicerón (106 a.C-43 a.C)

 

De lo que se trata es que todos nos expresemos con nuestra propia voz y que ejerzamos el derecho a ser escuchados, teniendo en cuenta que existen autoritarios que deciden por los demás buscando interrumpir exposiciones públicas molestando por las opiniones presentadas.

Lejos estamos de brindar recetas o decálogos del bien decir, pero sí aportar opiniones y experiencias por si resultan de interés para ponerlas en práctica o generar reflexiones y debates al respecto.

El análisis crítico de cómo hablamos en público es una magnífica herramienta, sobre todo para quienes están convencidos que siempre se puede mejorar la forma de transmitir vivencias, ideas y conocimientos.

Hemos transcritos varios párrafos extensos de obras claves que, en el siglo XXI, son rara avis de las librerías y en algunas bibliotecas hay que encontrarse con una eficiente orientación al lector a fin de, eventualmente, hallarlas.

ÚNICOS E IRREPETIBLES

Expresarse es una facultad inherente a todo individuo, aun recordando que habrá quienes tienen serias dificultades físicas e intelectuales y que pueden necesitar emplear aparatos, intérpretes como los del lenguaje de señas, etcétera, sin olvidarnos de las personas con discapacidad intelectual severa y profunda. Y hay otros que sufren muy serias carencias socioeconómicas aunque las autoridades insistan que son casos excepcionales y que muchos años de gobierno son insuficientes para que la población en su conjunto acceda al ejercicio de los derechos humanos.

Tal lo expresado en la Declaración Universal de Derechos Humanos: todo ser humano es único e irrepetible, se desarrolla en libertad y tiene igual dignidad y derechos, libertad de pensamiento y entre otras, “el derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar, recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”. (2)

ADEMÁS

Un gran aporte en el siglo XX fue el que realizó el británico John Langshaw Austín (1911-1960) que, entre otras, condensó en su obra póstuma Cómo hacer cosas con las palabras (1962), siendo uno de los pilares principales de la filosofía del lenguaje desarrollando la teoría de los actos de las palabras, generando un cambio fundamental de las perspectivas científicas tradicionales que se remontan hasta, por lo menos el griego Aristóteles (384 a.C-322 a.C) con su trabajo De interpretatione.

El acto de hablar en público conlleva el movimiento coordinado de una serie de músculos, respiración, etcétera y, además, es necesario tener algo que decir en presencia de quienes escuchan.

A hablar en público se aprende practicando todo lo que sea necesario con perseverancia y eventual ayuda, pero sobre todo buscando ser siempre uno mismo, más allá de que podamos observar a otras personas inclusive las que se destacan en la materia.

LA INTELIGENCIA NO ES NO COMETER ERRORES PERO SÍ DE APRENDER DE LOS MISMOS

La mejor forma de avanzar es hacerlo gradualmente, como con la bicicleta, aprendiendo con la experiencia. Quizá nuestros sufrientes públicos iniciales podrán ser familiares y amigos.

Las profecías autocumplidas llevan a que suceda lo anunciado, porque hemos hecho todo lo posible, consciente o inconscientemente, para que resulte así. No me van a salir las ideas, me voy a trabar, los nervios me van a dominar, etcétera. Los nervios, el enojo, el desánimo, etcétera, se pueden controlar aunque sea por un rato suficiente como para hablar en público. En tal sentido el ya citado Dale Carnegie apuntó: “El temor nace de la falta de confianza, y la falta de confianza es el resultado de no conocer nuestra propia capacidad, y esto, a su vez, es causado por la falta de experiencia. No se puede aprender a nadar conociendo simplemente las reglas de la natación. Sólo una cosa es cierta: el modo más seguro de aprender a nadar es lanzarse al agua. Nuestro punto flaco no es la ignorancia sino la inacción”.

SÍ, ES POSIBLE

Cada vez que sea necesario debemos tener en claro la propia autoestima, (3) el deseo de manifestar algo, practicando y aprendiendo todo lo necesario para cumplir con el cometido propuesto; es el primer paso necesario y el entusiasmo el segundo pues lo demás se va logrando con prueba error, análisis crítico y disfrutando el poder aprender.

El secreto principal es mirar, todo lo posible, al público durante toda la exposición y, haberlo visto antes conociéndolo todo lo posible. Cuando es oportuno, la proximidad física contribuye notablemente en forma positiva al proceso comunicacional.

Sin duda que es necesario prepararnos, tratar de estar descansados, concentrarse en silencio unos minutos previos a comenzar y, llegado el caso, emplear algunas técnicas que nos ayuden a relajarnos como hacer pequeñas actividades dándonos unos segundos extras previamente: tomar un poco de agua, ordenar los papeles, escribir una idea a la vista de todos, etcétera; serán solamente unos instantes, pero de gran valía si son necesarios. También se puede comenzar leyendo un breve párrafo de algún autor que haya hecho referencia al tema a tratar.

La cuestión es comenzar, como con la bicicleta, pues a medida que avanzamos es de prever que vayamos adquiriendo confianza y las destrezas necesarias.

También es clave que el público aprenda y practique a ser público, teniendo siempre en cuenta que el derecho a pensar y hablar en público tiene su correlato en ser escuchado sin ser molestado.

Por ejemplo, si en una conferencia con un expositor invitado, está prevista una instancia de preguntas por parte de los presentes será una magnífica oportunidad para solicitarle aclaraciones, aspectos a profundizar, etcétera; no son nuevas exposiciones por parte del público que, si se desea, puede organizarse un debate abierto en igualdad de condiciones para todos los presentes. Es importante no imponer a quien concurrió para una cuestión específica algo distinto a lo acordado; la prudencia y el respeto jugarán un papel clave.

 

NOTAS Y REFERENCIAS

Alejandro Rojo Vivot fue expositor principal, especialmente invitado, en las jornadas “Institucionalización de las Herramientas de Participación Ciudadana”. Fundación Ambiente y Recursos Natural. (FARN). Ushuaia, 2002.

1) Cicerón, Marco Tulio. Diálogos del orador. EMECÉ Editores. Página 182. Buenos Aires, Argentina. 9 de octubre de 1943.

2) Naciones Unidas, Asamblea General. Declaración Universal de Derechos Humanos. París, Francia. 10 de diciembre de 1948.

3) En numerosas oportunidades, hace décadas, en medio de una prolongada y terrible violencia armada, trabajamos en El Salvador con mujeres rurales, analfabetas funcionales, con discapacidad y empobrecidas, siendo nuestro primer y prolongado esfuerzo el favorecer que se reconozcan como sujetos de derechos, con dignidad humana, para luego sí empeñarnos en transmitirles técnicas de cómo hablar en público.

Por Alejandro Rojo Vivot - Escritor.